miércoles, 2 de diciembre de 2009

In memoriam

¿La muerte es esta casa tan grande?, se preguntaba.
Llevaba tiempo habitándola.
Llevaba tiempo llevando la cuenta del tiempo.
Del tiempo restante, del tiempo vivido.
A menudo, no supo por qué contaba.
A menudo desfalleció.
Sólo falleció una vez.
Y ahora que se ha trasladado a la Casa Grande de la Ausencia
no puede volver para advertirnos que el billete es sólo de ida.
Es algo que ya sabemos,
dirá alguien.
Pero estamos todos tan absoluta-
estúpida-
rematada-
obsoleta-
mente ocupados en el ir viviendo
que a menudo nos olvidamos
de ir
y de vivir
VIENDO.


Para Dolors Rebert.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Oxígeno

A veces resulta suficiente con detenerse y respirar.
Un clic mental, una foto interna. Detenida:
nosotros, siempre corriendo hacia algún sitio
llamado Nada
en el No País
llamado Ninguna Parte.

Una voz infantil
un azar
una repentina incapacidad de seguir
bailando al son
del resto de los humanos
resulta suficiente para obligarnos
a ser capaces de
no
pensar.

Entre la maraña de ramas y hojas acusadoras
que nos recuerdan a cada paso que no llegar es no llegar
que mientras queda algo por hacer
nada hemos hecho
-qué cruel, quien inventó esta frase-
y que
-al fin y al cabo, hacer es ir-
nunca somos perfectos ni completos
-haciendo-

tengo, a veces,
la inmensa suerte
de que la vida me regale
tan al revés de su costumbre
LENTITUD

y sólo entonces me doy cuenta de que me doy cuenta
y sólo entonces me cuenta la vida que me tengo en cuenta
y sólo entonces

jueves, 22 de octubre de 2009

Reducciones

Si piensas que pasas un mal momento, piensa en ti: un individuo del género humano, bípedo, pensante. Sangrante. Es posible que pases por un mal momento. No niego que probablemente estás pasando por un mal momento. No soy quién para decir que el tuyo no sea un mal momento.

A veces, hace tiempo, tenía la sensación de que había llegado tarde a un mundo muy viejo. Bien, quizá la frase no sea mía, no lo sé (hace tanto tiempo que me paseo por la Inmensa biblioteca del Universo), pero el caso es que así me sentía. Entonces.

También a veces reivindicaba mi posición exactamente ladeada hacia el siglo XIX. Pero recordé que entonces alguien como yo (miope, enfermiza e hiperestésica) probablemente habría muerto. Así que reconsideré que quizás el XIX no era un buen momento.

Descarté la época prehistórica, la Edad Media y algún que otro siglo. Un maldito feminismo me tiene infectada, demasiado como para admitir que alguien me encerrara en una cocina, etcétera etcétera. Así que deduje que tampoco eran buenos momentos.

Momentáneamente me adscribí a los griegos: ellos y sus armonías, su universo. Pero hay que reconocer que los griegos muy pronto dejaron de ser lo que eran (en términos de Universo), y además no acababa de decidirme entre espartanos y atenienses.

Fui reduciendo...

Nada que decir sobre egipcios y sumerios. Encantadores y monumentales, pero demasiado épicos. Demasiado grandes para mí, que siempre me acompaño de gestos menores y repudio construir pirámides (algo que ya está bien hecho no tiene que aguantar nadie que lo estropee).

Así que me iba quedando sin mis mejores momentos.

De los diferentes momentos del siglo XX en los que no nací mejor no digo nada. De hecho, a menudo me he cuestionado hasta qué punto no ha sido una regresión a la barbarie.

Así que, en realidad, cuando me planteé que no estaba en un buen momento me quedé sin nada. Y me dije: "¿qué tal si pruebas este, sin ir más lejos?". Era el momento en el que era el momento.

Fue así de fácil: reducirme para ir viviendo.

Y desde entonces sigo... fabricando momentos.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Creo que debo irme

Creo que debo irme
con prisa pero sin pausa de este mundo.
Creo que debe ser el silencio
el único acompañante de las horas finales.
Creo que cerrar los ojos sería una buena manera de seguir viviendo,
creo.

Es cierto que hace tiempo me debato entre tormentas de palabras no siempre amigas
Es cierto que las palabras no amigas tienen la misma materia que las amigas

¿Entonces...?

Entonces no es cierto.

No creo que deba irme aún
porque
creo que antes de irse siempre hay un tiempo para el silencio.

No creo que cerrar los ojos sea una buena manera de seguir viviendo

Creo que lo único cierto es ese agujero inmenso que conforma nuestro
proverbial principio de incertidumbre
Creo que vivir en lo inestable es clamorosamente cierto
-o digamos verdadero-
porque ya no quedan certezas ni beldades
porque ya no quedan manos a las que agarrarnos
-en silencio de gritos o murmurando excusas por no ser capaces de arrostar lo peligrosamente humano que es ir siendo-

Estoy segura de que a veces nos cansamos y debemos reposar un poco
un tiempo
no en paz, sino viviendo la guerra permanente
a la que nos abocan los ojos recién despiertos,
la guerra de sueños que implica
renunciar a ellos
sabiendo
que todo sueño se resiste a su extinción

Creo, entonces, firmemente
-y esto ya es mucho decir, después de ir por ahí no sabiendo-
que pensar que debo irme bien merece esta reflexión
y su leve
-pero tenaz-
voluntad
de permanencia.

martes, 29 de septiembre de 2009

Cazadores

Al vuelo.
En un rincón disfrazada de persona o pájaro o pez
que vive en la sombra
cantando y pariendo
gallos que cantan a la luz de la luna
mientras quizá
paseas al perro

tras la mirada asesina de quien bien te quiere
y te hace llorar
por aquello de stultus sum et in pulvis reverteris
porque al fin y al cabo qué somos salvo
nosotros mismos en modo inoperativo

o quizás está, están a plena luz del día
mientras compran el pan
y la ancianita de viso rebujado entre sus faldas recuerda
sin demasiados remordimientos
que hace tiempo era típicamente bella y en la actualidad se prepara
para una sólida
tópica muerte

o quizás a veces me equivoque y no haga falta más que inspirar
-pero es que transpirar es tan bueno, tan rematadamente
humano-
pero al fin
y al cabo
quién soy yo sino una vaga navegante de aguas como palabras y espadas como flores
para saber que voy por los días
sendereando una falta
o un atisbo de luz
que a veces vuelo tan
alto tan alto
que caigo tan
bajo tan bajo
que doy a la caza alcance.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Herméticamente

Hermes me secuestra hacia mis propios dominios.
No son un lugar en donde el poder sea mío.
Sino, más bien, un
no lugar
un
lagar
perfecto para todas mis obsesiones.

Las que viven arriba me tienen tensa la mayor parte del tiempo, no dejándome pensar o no dejándome
dejar de pensar.

El estado catatónico es un estado violento
y lento

Las magias meretrices magiares arrasan por las estepas de esa cosa reseca llamada alma que
a menudo rezuma ideas y esa extraña sustancia viscosa llamada sentimientos.

No es un lugar extraño, el lugar cerrado
es sólo que
aquí me siento brutal
y extraña
mente a gusto
y los demás son un ruido entonces
y es entonces
que todo es tan injusto.

Cuando me veo secuestrada
por las arduas palabras.

sábado, 5 de septiembre de 2009

El oyente

A veces observa la belleza en los otros
y es feliz.
A veces escucha que la gente se ama a través
de inmensas palabras
y es feliz.

A veces despierta en mitad de la noche

y se pregunta cuántas veces se ve a sí mismo como espectador de vidas ajenas, cuántas

más veces va a ser el que no es.

Y entonces toma una determinación:
vivir, a pesar de todo.

Toma un diccionario para consultar el significado de la palabra
determinación
y no entiende nada.

Sólo sabe que no sabe nada y que no es Sócrates
(sus padres tuvieron la extraña determinación de llamarlo Claudio
y él tomó la decisión de convertirse en cojo)

Apenas sabe hacer algo más
allá
de abrir la boca
y
-definitivamente-
escuchar.

Es por eso que cada mañana
reza a las piedras del Valle de los Deseos
y ruega a algún dios
que le conceda el extraño don
de seguir siendo humano.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Crónicas del Nuevo Mundo (reloaded)

Es cierto que no venimos a esta vida (esta vida es aquí,
ahora)
con un manual de instrucciones.
A lo sumo se nos suministra un Manual de destrucciones
para ir tirando hacia el final del cuento que somos desde que nacemos.

Sería necesario un manual de instrucciones.

Leeríamos, entonces,
-si alguien lo suficientemente sabio y vivo lo escribiera-
que ser feliz es y no es
ser
feliz.

Que ser (feliz)
es más ser que tener
más
estar pendiente de uno y de los demás
que (de otra manera)
andar por ahí.
Ser, y no
ir siendo
traducidos.
Traducirnos, esto es
atravesarnos conduciéndonos a través
de nosotros mismos
y ser en el fondo
pero muy en el fondo,
es decir:
pro
funda
mente
Ser feliz
es ser
hasta la más abyecta y absurda
emoción.

Porque El Proyecto
somos nosotros: tú, yo.
Porque la vida es ser. No ir siendo.
¿Poesía? No. Proyecto.
Proyecto eres tú.
Y nosotros somos El Proyecto.
Ser. Nada más. Con eso basta. Qué alegría tan alta, queridos pájaros agoreros,
vivir en los pronombres.

viernes, 14 de agosto de 2009

Despotricando

Me temo que tengo poca paciencia,
y en algún sitio
quedan los restos de mis cenizas de este día.

Es tan fácil como que me estaba ahogando y me he pasado por aquí.

No me digas que nunca te ha pasado eso
de que el mundo aprieta pero no ahoga

o quizás
era ese dios del que todos se andan burlando
y al que todos imploran cuando las cosas van mal.

No sé.

A estas alturas siempre recorro con los ojos de mis dedos el calor de mis libros
y la música siempre es un refugio
y el olvido del pasado pasado

y la mirada de unos ojos brillantes que saltan al rescate

para recordarte algo tan evidente
como que
mañana será otro día.

Desde luego, es cierto que no me arrepiento
de ser alguien
que sonríe
y se ríe de sus miedos
porque en un día
prometí ver la alegría
prometí vivir cien años.


Y es por eso que estoy aquí, escribiéndome, arándome

renaciendo
de mis cenizas
arañando la tierra que otros desprecian pero que para mí
es algo
tan claro como que
los días no nos vienen hechos por encargo
que los instantes
no pueden llevar doble capa de queso

aunque
quizá sí
doble de besos.

sábado, 8 de agosto de 2009

Lo bueno del mundo

Lo bueno del mundo es que puedes pararlo cuando quieras.
Lo bueno del mundo es
que puedes tirar de él
como si de un hilo se tratara
lo bueno
bueno del mundo es que venimos a él sin pedirlo
y en él nos quedamos.
Es posible aprender a parar incluso corriendo.
El mundo no para en verdad, perdón
por mis mentiras, pero es verdad:
lo bueno del mundo existe incluso cuando el mundo es malo
y siempre lo es, me temo, porque
a veces el cocodrilo mundial abre sus fauces y
la muchedumbre te mira con su único ojo ciego (ésta es una frase que voy que tener que ir aprendiendo
a olvidar) y entonces
lagriletreando espasmodicándose,
quiero decir: viviendo,
el mundo es mundo, o sea,
un este laberinto en el que todos nos perdemos y a veces
nos encontramos
porque lo bueno del mundo es que en el mundo estás tú
lo bueno del mundo es que puede ser escrito y reinventado
y lo malo es que alguna vez hay que irse
por exigencias del guión.

Por eso, porque el mundo es bueno
(porque no hay otro, aunque no quisiera ser amarga un viernes por la mañana, no hay que ser amarga el día en que Robinson encontró a su único amigo en la isla)
vale la pena recordar
escribir
respirar
toser
gritar
lo bueno del mundo.

martes, 4 de agosto de 2009

Yo, cyborg

  1. Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
Hace tiempo que estudiamos las Leyes que hace tiempo iniciaron nuestros mayores. Hace tiempo que hace tiempo.

Atados a nuestros teclados, parpadeantes seres que estupefactan la ficción de eso que se llama vida, languideciendo ante las promesas de relaciones no personales que se han desdibujado en redes o se han multiplicado hasta ser seres incapaces de tanta capacidad almacenada en nuestros terminales.

Con un abrir y cerrar de ojos se encienden nuestras pantallas.
Con un abrir y cerrar de ojos el sistema operativo nos comunica que seguimos vivos.
Un marcapasos define el ritmo de nuestros antiguos corazones.
Múltiples válvulas regulan las presiones de nuestros sistemas límbicos.
Nuestras neuronas apenas recuerdan tener genes de rata.

No obstante...
Seguimos preguntándonos qué hacemos, quiénes somos, a qué
hemos venido.
No somos robots. No tenemos leyes robóticas que respetar. Somos los grandes híbridos de nuestra revolución digital.

Y abro y cierro los ojos: 2001, 2009. No ya Odisea en el espacio, sino en la Tierra. Esta Tierra que se nos hace pequeña y en la que tenemos, por fuerza, que inaugurar un Nuevo Mundo. Empezando por nosotros. Por ti. Por mí. Cierro los ojos. Los abro. Algo parecido a una lágrima me hace feliz: cualquier sorpresa sigue siendo adictiva. Sueño, veo, hago. Y quizás en eso se resume el ser humanos.

lunes, 27 de julio de 2009

Un tal Freddy

Si paseas por los sueños de un poeta llamado Wes, te encontrarás a Freddy. Freddy nació de una pizza y de la peor de las pesadillas: extraño maridaje. Creo que estoy hablando de cosas que ya saben. Freddy tiene una mano que rasga en jirones la realidad desde el umbral de la fantasía. Fantasía: los pájaros griegos cantaban en el bosque de las imágenes mentales. Sueños. Sí. Entes que todos conocen.
Pero no es cierto.
Borremos lo que supongamos acabo de escribir.
A ver. Empecemos. Freddy conoce a Wes. Wes no conoce a Freddy: lo va descubriendo. Wes des-cubre a Freddy. Esto ya lo... lo que quiero decir, lo espásticamente importante de este no-mensaje es que
EL PEOR DE LOS SUEÑOS PUEDE CUMPLIRSE
pero claro, el maldito hemisferio derecho
de nuestro cerebro, tan amigo de
las mentiras, juega con
nosotros y
sueña por
nosotros
(el pobre izquierdo, sintiéndose prepotente, luchó por encontrar una lógica a todo aquello)
y de ahí nace Freddy: de nuestros temores.
Érase una niña que se perdía porque tenía temor a perderse.
Pero no era Nancy-Heather ni la extraña Rosario.
Érase una niña que dejó de serlo.
Pero no era...
Lo que quiero decir en jirones es que alguien que es yo quiere decir que es
y que sabe que la realidad (léase: los sueños) está formada por capas y capas de estaesa absurda y enorme y
terrible cebolla
husserliana,
o sea, cotidiana
que nosotros (cúmulo de yoes sin respuesta)
vamos soñando sueños sin saber que allí viene Freddy, que aquí vive Krueger (ah, sí, todo el mundo sabe quién es, pero no cómo se domina)
que entramos y salimos del largo pasadizo en redes que somos,
infiernos interiores
fraguas de vulcano con umbrales maravillosos de aguas y que
(el pobre izquierdo luchó por juntar las piezas del engranaje puzzle de todas las vidas sin respuesta que conocía)
hay un mago llamado Craven
que vive para contarlo.

jueves, 9 de julio de 2009

Laboratorio

Ante la poesía muerta
-¿qué es poesía?, preguntas, todos preguntamos-
prefiero la que se hace y renace
la que se (de)construye con materiales de derribo tales como
la desesperación y su hermana la esperanza la
sonrisa tremenda de un niño que llama a la puerta con la ilusión de los momentos inaugurales
la basura de la que podemos extraer
reciclar (esa palabra tan gastada que pretende re-anudar el mismo ciclo cuando lo bonitogenialespasmódicamente humano sería un neociclar)
ropas antiguas y baratas
cajas
de cartón que antes
albergaban bombones, por ejemplo.
Y otras tantas cosas-células expandibles de nuevos contenedores que serán felices como nosotros y acabarán pipeteados por cualquier supuesto creador y
en fin
no quisiera hablar demasiado
-siempre hablo demasiado, lo sé, es un vicio congénito-
pero

Prefiero la gestación de la poesía a la gestión de la peosía o algo parecido que se contiene a duras penas en versos y es tan
mortecino el gesto del ícaro pequeñito que se despeña desde los honores de quizás premios
quizás mujeres
u hombres que le dicen
québonitoohquébonito
y entonces se inauguran actos expresamente pensados para la especie de los canaperos, esos
individuos inteligentes de nuestra raza que comen de manera gratuita apiñándose ante mesas largas y rectangulares mientras
en un ángulo del salón
bostezaduerme la lira o el arpa o quien sea que esté hablando de sí mismo
-a veces con gesto ilusionado, de niño que llama, etcétera,
a veces con los ojos convertidos en huecos porque se piensa
que siempre hay algo mejor que escribir o artear
como vivir la vida hartera o artera
o algo que seguro desconozco-
y es por eso que prefiero romperme la bata blanca de las preguntas con el ácido de las palabras.

lunes, 22 de junio de 2009

Autómatas

Primero fueron las cajas de relojería con música: las estatuillas bailaban sobre tapas de máquinas del tiempo inventado. Tapas decoradas en pan de oro. Tiempo apenas sensible al paso del tiempo, pero con la angustia primeriza de quien descubre algo que no tiene vuelta atrás.

Luego fueron los motores de vapor, quemando combustible en lugar del glucógeno humano.

Más tarde, abrieron puertas con células fotoeléctricas

digirieron/dirigieron misiles
resolvieron ecuaciones diferenciales.

Hoy ya no hay estatuillas que bailen en círculos alrededor del tiempo. Hoy el autómata humano se divide en policulturas minimalistas que le explican lo necesario para seguir funcionando mientras devora plástico
y medita sobre
las verdades imposibles
las mentiras improbables
formando de a uno en las filas que van directas
a la hoguera de las vanidades,
a la fábrica de clones fragmentados en donde
ser uno no es
más que ser uno mismo.

Árida experiencia. Intraducible.

Mientras, desfilamos a golpe de reloj,
marcando el tic tac
sin oír el cantar de pájaros que advierten
que nuestros huesos son en su interior flautas
que suenan
sin pausas
que suenan sin
pautas.

domingo, 24 de mayo de 2009

Una taza de té

A veces, la invitación a la lentitud que nos regala la vida de fuera para que seamos conscientes de que por dentro corren diarios secretos que no explican las palabras expuestas pero que de alguna manera la nutren. Somos, inevitablemente, seres en tránsito.
Una lectura pesimista, con gusto por el sufrimiento, lo patológico, el pathos, diría que somos seres en tránsito hacia la muerte. Craso error. Ser es ser, no pensar en que vamos muriendo. No hay que preguntarse los sentidos ni las direcciones. Basta el viaje y no traicionar a ese uno mismo que viaja con nosotros. Me limito un poco. Siempre es fácil pontificar, y más desde aquí, habiendo eliminado todo tipo de comentarios posibles, con la impunidad que me da ser un ser de palabras. Siempre es fácil escribir cosas fáciles y trascendentes que nos dejen tranquilos con una más que dudosa posteridad que no anhelo en absoluto.
Una lectura optimista apenas es fiable: ¿cómo consolar a quien sufre, empezando por nosotros mismos? Miles de apóstoles han fracasado en ello. Ser humano a veces consiste en sufrir para darse cuenta de que se está vivo. Mala solución, un tanto suicida, pero viable.
Hay tantas vidas posibles como personas. Como animales. Como plantas. Como células eucariotas. No tenemos derecho a creer en absolutos, aunque los busquemos desde hace siglos.
Ni optimistas ni pesimistas, pues. Y de nuevo me veo en la tentación de creerme sacerdotisa del sentido del sinsentido. Pido perdón ya. Hago mías las faltas. No soy mártir. Sólo soy humana. Como todos. Como tú, que estás leyendo ahora.
Perdón por las palabras de más. Perdón por las de menos. Es siempre un peligro, esto de ser un ser fronterizo como somos todos. Y vivir para contarlo.
No soy, al fin y al cabo, más que una humilde habitante de una tremenda urbe llamada Tierra.
Apenas tengo las palabras. Apenas las ideas. Pero sigo de pie. Como dirían diferentes pájaros sabios en conversación con el pájaro Tic-tac, sorbiendo tranquilamente una taza de té:
Vivir, oh absoluto presente
Y lo demás... la sombra
la perfección de lo imperfecto
el elogio de lo impredecible y la capacidad mamífera de adaptación
la lentitud necesaria para esperar que el agua hierva, atraviese las hojas que antes habitaban árboles.
Todo para
llegar a la pausada sabiduría del primer sorbo
y del regusto de ojos cerrados que esperan las papilas.

lunes, 11 de mayo de 2009

Fuegos artifixiales

En realidad
quería escribir
artificiales
pero los duendecillos de las escritura
(esos traviesos -aunque nadie se lo crea- dedillos)
se equivocan y escriben lo que se lee.
Así que, antes de empezar a decir tonterías (algo muy usual en mí), me paro obligatoriamente y pienso,
qué remedio,
en el arte y en la asfixia.
Cierto es que en realidad no sé gran cosa aunque intento disimularlo porque el espejo de los demás no cree en la imagen que nos devolvería,
pero también es cierto que
cuando las fiestas acaban (y así es por el mundo de ahí afuera, el que vivo y me rodea pero ya no me asedia)
empieza el
TIEMPO DE LAS TAREAS.

miércoles, 22 de abril de 2009

Rikyu

Sen no Rikyu fue y es un experto en wabi-sabi. Hablar de la belleza imperfecta, y por lo tanto, perfecta, del wabi-sabi es semejante a querer remontarse a los orígenes del Universo: siempre tendemos a preguntarnos, para empezar, si es que hay más de un universo. Y como la respuesta es NO
no hace falta preguntarse demasiado
no es demasiado preguntarse si hace falta preguntarse
no es preguntarse hacer propias las faltas.
Es cierto que a menudo el pensamiento se enrizoma, como todo lo humano. Nuestra especie pertenece a lo incompleto y a lo incongruente, y quizá por ello hemos evolucionado hacia la inmensa fractura de todo monstruo pensante.
Por eso, ahora, aquí, allí, entonces, lo limpio es no plantearse quién era en el fondo Sen no Rikyu: basta con verlo entre paredes de barro, bajo un techo de paja, entre estructuras irregulares, admirando la estructura asimétrica de las ondas que se forman en el fondo abisal de una taza de té.

jueves, 9 de abril de 2009

Cuidado, mujer peligrosa

No suelo hablar realmente en primera persona ni suelo realmente hablar de mí. No suelo mirar el suelo y por eso desconozco la diferencia entre volar o caer. No suelo hablar como mujer porque a veces me concibo casi como un ente pensante que por casualidad nació de sexo femenino, fue madre (y lo sigue siendo para siempre y con orgullo, felicidad, satisfación y todas esas cosas que casi nadie se cree pero que yo afirmo totalmente en serio) y por casualidad trabaja, escribe y vive de y por puro milagro. Vaya, como casi todo el mundo.
Pero cuando una se descubre de verdad puede ser un peligro.
Y hasta aquí puedo escribir.

sábado, 28 de marzo de 2009

Panta rei

Llueve. ¿Cuántas veces llueve a lo largo de una vida? ¿Y de varias vidas? ¿Y de todas las vidas del universo? ¿Y de todas las vidas de todos los universos? Alguien dijo que cuando llueve algo cambia. Dolores de cabeza y cansancio anuncian a menudo las lluvias: ciertos apocalipsis, ya se sabe, predicen un génesis. Es cierto que no hay que cantar demasiado pronto ni demasiado alto. Es cierto, también, que ahogar las gotas de lluvia es un crimen peor que ahogar las lágrimas.
Mirando los cristales resulta imposible no darse cuenta de que el paso del tiempo causa estupefacción. Porque lo cierto es que el tiempo no pasa: nosotros pasamos a través de él, a lo largo y ancho de él. Como si acariciáramos (a veces, con pausa, a veces con la velocidad de un estúpido obstinato) el lomo de un perro.
Es difícil tener los cielos claros en esta época de saturada información. Es inevitable optar por el desequilibrio cuando no sé qué cuestiones de termodinámica dicen que el equilibrio largamente mantenido, la monotonía, monocromía, horizontalidad, asfixia de constantes no son más que
la antesala de la muerte.
Así que... ¿qué hacer cuando llueve y observamos las gotas que discurren pensantes por el cristal, sino romper el cristal y aspirar los vapores de los árboles que amenazan con ahogarnos pero que,
sin embargos
y sin dudas,
ensanchan nuestros pulmones?

viernes, 13 de marzo de 2009

Quasimodo

La curvatura del peso de la vida, el doblar de las campanas, la soledad, las sorpresas de trayectorias divergentes, paralelas, convergentes, la esperanza y tozudez del ir siendo, la alegría del descubrirse...
Esmeralda baila y baila. El jorobado mira y mira. La clave de su éxito no es hacer de tripas corazón, sino un corazón de sus tripas.
Y eso es todo.
Simplemente.
Un (quasi)modo
de vida.

viernes, 6 de marzo de 2009

Principio de individuación

Según Jung, pájaro jugoso que concede rimas y ritmos propios, no renacemos: nos nacemos.
Vendría a ser algo así como:
-¡Toc, toc!
-¿Quién es?
-Soy yo.
No hay duda de responder la verdad si es uno mismo o una misma quien contesta. Alumbramiento dolorgozoso de dentro afuera, con sus luces y sus sombras. Algún que otro llanto, pero respirar definitivo de pulmones. Ni crisálidas ni cambios de piel. Simple surgimiento que procede de una muerte y precede, inevitablemente, a otras. Mientras tanto, vamos viviendo. Día a día.

viernes, 27 de febrero de 2009

Ser en el límite

Subir y bajar es a veces subir o bajar. En cualquier caso,
trabajar
transbajar
o
transubir,
qué más da.


Lo único que sé ahora (y es mucho, y es para siempre)
es que

SER ES SER EN EL LÍMITE
La tensión de ser o el ser en tensión (sertensocintahilocuerda), que es algo parecido o igual a vivir expandiéndose sin (horror) red protectora,
ser a la vez
fuerza centrífuga y centrípeta
(y es difícil explicar lo que se va vi-vi-vi-viendo)

Balbucear los días teniendo que aprender a hablar continuamente

Laborar como una hormiga, sabiendo que tengo un apenas intelecto de hormiga (que sólo sabe que hay que tra-

bajar

bajar

bajar

para poder subir en algún momento),

sabiendo que la vida es una pura cinta de Moebius

que se da la vuelta y se da la vuelta y se

embucla a sí misma.


No es un espectacular descubrimiento, pero algo es, mientras recojo hojas, mientras abro bien los ojos (algo estupefactos por tomar consciencia de lo que es simple-

mente evidente), mientras observo que hay hormiguitas por delante y hormiguitas por detrás, seres humus-humanos,

capaces de transportar

no sé cuántas veces (es que ando algo desmemoriada de tanto subir y bajar y vivir y ver) su propio peso.

Pequeños enormes gigantes que se transportan por la cinta o el hilo o la cuerda procurando no pensar que en algún momento se romperá este magnífico invento del ir y venir, pero en cualquier caso

recordando

recordando

recor

dando

(se)

que vivir no es existir exactamente, sino

EX(T)ÁCTICAMENTE

SER O

IR SIENDO.

jueves, 5 de febrero de 2009

Algo de verdad...

Las criaturas dramáticas, como las reales (?), desconocen siempre las verdaderas dimensiones de lo que acontece a su alrededor.

domingo, 1 de febrero de 2009

Y en el principio...


No fue el Verbo, sino el Gesto.
El Avistamiento.
Las Manos Escherianas.
Construyéndose.
Dibujándose.
(Re)Generándose.
(Así la escritura previa a toda palabra, balsa de náufragos)

sábado, 31 de enero de 2009

Nebulosa de la Lechuza



Y en la travesía se extendió la noche que todo lo cubre, y las manos se aferraron al timón tembloroso. Las palabras no bastaban para llegar a ninguna orilla.

El mar era azar y escoceduras
Los vientos preguntaban por Odiseo y las sirenas

Las manos supieron
que el viaje no era su tesoro
y tampoco el dolor de los poemas
escritos por antiguos
o ambiguos
humanos.

Era el tiempo de lo indiferenciado. En el cielo exterior aullaba la Osa Mayor. A unos dos mil años luz de distancia, se dispersaba una envoltura gaseosa expulsada por una estrella moribunda: la Nebulosa de la Lechuza.
Diluviaba.
En la oscuridad líquida, las manos se abrieron para recoger los fragmentos.


viernes, 30 de enero de 2009

Ética para No-Robots

El pájaro Isaac (Asimov, para más señas) aleteaba agonizante en el ara de los sacrificios de los robots las siguientes leyes:

1- Un robot no puede herir a un ser humano ni permitir, con su inactividad, que pueda hacerse daño.

2- Un robot debe obedecer las órdenes emitidas por los seres humanos, excepto cuando dichas órdenes pudieran entrar en conflicto con la primera ley.

3- Un robot debe proteger su propia existencia mientras dicha protección no entre en conflicto con las leyes primera y segunda.


Dicho esto, un robot metafísico le arrancó el corazón y lo tiró a la basura. Con su cuerpo, una vez debidamente incinerado, abonaron las plantas que, por casualidad, habían ido naciendo a su alrededor. Encontraron unas manos. Supusieron que se las habría cortado un ser humano. Pero esto era ilógico: una vez cortada la primera mano, era imposible cortarse la segunda. Y aún más tratándose de seres torpes de carne y hueso que andaban todo el día preguntándose el sentido de su vida. Cuando era tan claro que:


1- El concepto día era un absurdo en el Mundo de los Robots, acostumbrados a cumplir tareas cíclicas más allá de lo que los humanos denominaban tiempo.

2- No tenía sentido preguntarse qué sentido tenía algo tan absurdo como la vida de un humano (que, como todos sabían, estaban desprogramados).


De todas formas, algo informe se agitó y las manos escribieron libros. Al principio hablaban de robots, de cómo cumplían sus tareas. De cómo habían creado a los seres humanos de las materias más elementales: barro, maíz, desperdicios. Basuras.


Pero la escritura cobró vida. Las manos escribían a las manos. Empezaron a contar historias. Desearon dar forma a algo que no sabían definir. Tantearon el terreno. En la tierra ensangrentada reconocieron el tacto viscoso de los cuerpos de antiguos guerreros, la aspereza de la sal del mar. Recordaron que eran manos de gentes que habían naufragado en busca de islas no pobladas por robots. Los robots creados por humanos, nacidos del vientre de sus mentes.


Dibujaron en la arena la palabra eudaimonia. Recordaron haberla escrito antes, hacía siglos y siglos. Supieron que era el mascarón de proa de grandes navegantes. Construyeron un barco. Las olas eran altas, el viento inclemente. Llovía. Navegaron.


martes, 27 de enero de 2009

Habitantes-Replicantes

Los habitantes de las casas de palabras son gente extraña. Hubo alguien, de nombre esquivo, que me dijo: Los escritores no sois personas normales. Yo me reí entonces un poco y procuré poner la más digna de mis (más)caras.

Pero tenía razón. Somos gente extraña.

La gente que escribe

(a escondidas o en público;
en páginas, pantallas, servilletas, nubes, diarios, tablillas de cera, cáscaras de naranja, paredes y mesas, por citar algunos soportes conocidos)

no es gente normal

(por cierto, ¿qué quiere decir normal? ¿lo que se ajusta a la norma? ¿qué es la norma? ¿la ley? ¿lo que decide la mayoría? ¿qué es la mayoría? ¿la gente cuerda? ¿estamos, pues, todos locos, como el Sombrerero de Alicia? ¿qué hago de nuevo perdiéndome en preguntas? ¿cómo escalar la montaña de las respuestas?)

Porque hay que ser rara para morirse
(quizá de endecasilabitis)
descender a los Infiernos
(¿qué tal andamos, Dante?)
arder en ellos
(¿qué tal, Quevedo, en tu bosque de flechas y guadañas?)
y volver para contarlo.

Somos, de hecho, animales extraños, Catoblepas que se devoran y regurgitan su carne convertida en palabras, palabras, palabras,

caminan por varios mundos
como muertos vivientes
o como vivos murientes,
unos impresentables
(porque no se puede presentar a quien nada sabe, salvo diciendo
este/esta/esto
es y no es),
replicantes
que conocen el miedo de vivir
en la guerra de la vida,
fabricantes de armas.

lunes, 26 de enero de 2009

Casas de palabras

Una vez una niñita llamada Lucía vino al mundo con los ojos abiertos. Estaba perpleja.
Sus padres le preguntaron:

¿A qué has venido?

cuando apenas era un pelomilímetro.

La niñita se esforzó y se esforzó por que no le hicieran esas preguntas.
Quiso ser santa.
Pero se perdió en Alaska.

Evidentemente, yo no soy esa niñita. Soy humilde: tan sólo quiero ser sabia. Pero canta el Gran Pájaro Sócrates (uno de mis muertos favoritos):

Sólo sé que no sé nada


Sólo sé que sólo sé que sólo sé
que no sé...
¿Cuántas veces habré dicho esto?

Si nos damos forma o
los contornos predeterminados guían al animal humano y lo vuelven líquido, adaptable a la botella (o al cubo de basura, o al ataúd) que, a la vez, le oprime y le da forma

Si estamos en un espacio indeterminado del tiempo o
en un tiempo indeterminado del espacio

Si aprendemos mucho de los caracoles,
de las (a)simetrías
de las (des)proporciones

Si vivimos, nos bebemos o encontramos

Si, en realidad, no venimos con un manual de instrucciones (y mucho menos con un pan) bajo el brazo
a este o a cualquiera que sea este mundo...
pero queremos saber y entonces
nos formulamos un montón de preguntas y apenas llegamos
a atisbar nada en la montaña de las respuestas

(siempre tan lejana, a la que siempre
anhelamos llegar volando como las águilas
y no arrastrando
nos o a los demás como serpientes)

Y si veo que me pierdo en palabras,
o
el sinsentido del sentido



Entonces,
sólo entiendo que no entiendo nada
y
(es inevitable)

escribo palabras:


nacen como la niña de los ojos abiertos que no soy yo
nacen ateridas de frío y las guardo en un bolsillo
porque a menudo

nacen
en libretas


que, pensándolo bien,
experimentando con la física
de sus tapas,

son sus casas.


Y todo esto, claro, es una obviedad,
pero ya se sabe que la vida es beoda o redundante
o ambas cosas,
y a pesar de lo inestable del terreno,
sabiendo que escribir es en realidad abocarse a la muerte
o quizá todo lo contrario,
vivo en páginas
en donde cumplo años
o los descumplo,
voy hacia delante y hacia atrás,
leo y revisito días,

porque no hay nada más habitable
(sobre todo cuando nos asalta el frío)
que las casas
de palabras.






miércoles, 21 de enero de 2009

Historia de Rata con coro de sabios

Rata se cayó un día al agua. Se ahogaba: no sabía nadar. Así que aprendió a nadar.
Rata nadaba y nadaba y nadaba
y comprobó
que no había salida
así que
Rata murió agotada
tras nadar exhaustivamente.


En un tiempo paralelo, Rata se cayó un día al agua. Estaba cantado que se iba a morir, según acaba de escribirse. Sin embargo, Mano acudió en su ayuda y la sacó del agua. Rata se quedó estupefacta: estaba viva (nótese: vivir es tan extraño que no es extraño que cause estupefacción).


Rata se sumió en un mar de dudas, así que, entre naufragio y naufragio, mojada de ideas confusas hasta la punta del rabo, acudió a escuchar el concierto de los sabios. Esperaba sacar conclusiones de todo y tomar buena nota. Necesitaba instrucciones para saber qué hacer en la próxima o simultánea situación.


Coro de sabios pajareando:

Nietzsche- Cuando alguien tiene un porqué en la vida, puede soportar casi todos los cómos.

Schrödinger- Cualquier concepción del mundo es y sigue siendo una construcción mental; de ninguna otra manera puede demostrarse su existencia.

Watzlawick- Un mundo totalmente libre de subjetividad ya no sería un mundo perceptible.


Ante tales melodías, oportunas pero hasta cierto punto disonantes, Rata suspiró. Seguía sin saber nada de nada. Ni siquiera sabía si estaba viva o muerta, según se tuviera en cuenta un lado u otro del tiempo. Del mundo que veía y crecía a su alrededor (y del que ella formaba parte) ignoraba si lo creaba ella o si era Mano quien le daba forma.


Cotejó todas las posibilidades.

Aprendió todo lo referido a estadísticas y proporciones áureas.

Escuchó atentamente al coro de pájaros pretendidamente sabios.

Y sólo llegó a una conclusión:

había que seguir nadando.

lunes, 19 de enero de 2009

Apocatástasis

Un dios escribe, pero no sueña.
Un dios se escribe, pero no se sueña.
Un humano, prisionero de sus sueños, se cree un dios.
Un humano crea a un dios.
Pero nunca un dios se creyó humano.

domingo, 18 de enero de 2009

Tienes la cabeza a pájaros...

...me decía mi padre,
levemente ahogado por el árbol de sus pulmones,
cuando yo era niña
(quizás hace mucho tiempo, quizás ayer, quizás ahora).

Yo me enfadaba, claro. Se suponía que había que ser una "mujercita de provecho". Y me esforzaba, como todos, como todas, en ser y aparentar ser algo así como racional, algo así como un crustáceo: duro por fuera, gelatinoso por dentro.


Creo que, para variar, mi padre tenía razón: tengo la cabeza a pájaros.

Por aquí dentro, en mis bosques (de neuronas o de templos, por donde se pasea impune Polifilo insomne), campan, de hoja en hoja, de rama en rama,

pájaros,
insultantes o
incitoexultantes,
pero pájaros.

Y hola a las olas de otra vez Platón jugando al tiro al plato con aquel que más me convence:

Sócrates, el que nada sabe

Y hola, Pessoa, es decir, Fernando, y Ted y su su su sui
cida Sylvia,
y Luis de apellido García y montero, y Clarice Lispector, la de claros ojos, y el travieso William, y el rotundo e.e.,

y Bukowski, perdido en su infierno, bebiendo mano a mano
(o pie con pie) con el jovencito Rimbaud y
claro, Cortázar,
que tenía el nombre de uno de mis meses preferidos y sabía lo que era tener las cosquillas de las ganas de contar cosas, la tensión del

arco lanzapalabras
como lanzallamas
y
tantos otros pájaros
que me habitan

pero que me perdonarán por no citarlos porque,claro,

tengo la cabeza a pájaros y apenas alcanzo a saborear su canción.

viernes, 16 de enero de 2009

Hypnerotomachia Poliphili


ESCRIBO

Porque en el Principio (Kalispera, Timeo), según cantaba el platónico Platón,
el receptáculo original del alma era sólo una cabeza hecha a imagen y semejanza del mundo,
y luego nos crecieron pies y manos y fuimos
bilaterales y la figura humus-humana sirvió de modelo a panteones y catedrales, y hay quien utiliza mármol y otras piedras pero
yo me construyo con pobres pero
vivientes materiales (carne, sangre, ideas)

Y le-yendo hacia alguna parte veo que no soy la única y que alguien llamado Polifilo trazó mapas y construyó templos inexistentes y
soñó
que el cuerpo humano es/era la gran pequeña
metáfora
de la estructura del
Universo


Y los pájaros están alborotados y el Gran
(y atacado de una cierta compulsión maníaco-depresiva)
Pájaro Leonardo susurró:

Dime, escritor, ¿con qué palabras describirías,
con perfección igual,
la configuración entera
que este diseño aquí nos muestra?

Y le responde el Travieso William (shake, shake, shake) a través de una
plena e impredecible
Eternidad

que le da igual,
que, como antiguo romano nacido en Inglaterra,
es capaz de anular el espíritu crítico
(y mira que se inventó a Hamlet para hacernos dudar Eternamente)
y de ceder a los reclamos
(como buena caza),
de aletear hacia la imaginación
para ver así

la re-
alidad
como re-
representación.




domingo, 4 de enero de 2009

Onomáforas y Metopeyas

Érase una vez, en un Bosque Inmenso de Neuronas, nuevos árboles y viejos árboles que poblaban y pueblan el siempre nuevo viejo mundo, un pájaro llamado Platón, que gorjeaba irónico:



Todos se escandalizaron convenientemente desde las raíces y
el pájaro Rimbaud, ocupado en versos y en vasos,
descendió al infierno. Allí disparó una vida inconveniente en donde ninguna palabra correspondía a la verdad (¿y qué es, qué es, qué es la verdad?, cacareaban las gentes ocupadas en blablablás, aunque a veces hacían kikirikí o kokorikó cuando cambiaban de país aparente)

y el pobre Arthur, quiero decir, Rimbaud, entró en el laberinto sin nombre en donde la A era negra, la E blanca, la I roja, la U verde y la O azul y prefirió pensar que la vida es un tremendo cómic (o quizá algo cómico) en donde (¡yaarrrrrrrrrrrrrrrr!) forcejeó con alguien que thunk, le propinó un vio-

lento navajazo (shunk) en las entendederas mientras el resto del mundo observante se estremecía (¡aauuugghhhh!) y a la vez se relamía (arf, arf) presto a decir lo que fuera y lo que no fuera (y por eso se quedaron todos plopos).

Quizás este cuento es estúpido (sigh) y quizá produzca una confusión entre sueños irreproducible (s-nk-n-r-x-x-nk) pero en cualquier caso sé que los pensamientos se oyen, que están ahí para ¡bang! y quizá para revolucionar el mundo y los sonidos re-presentan y las re-presentaciones suenan y sueñan y los sueños, sueños son, aunque no estoy muy segura de que no sean reales, porque qué es lo real sino el Eco del mundo de las cosas que suenan (bum, ñam, splash, zas) y se sueñan.

Uf.
Shhhhh...
Cof, cof.


P.D.: Dedicado (humilde-mente) a Luis Gasca y Román Gubern.

sábado, 3 de enero de 2009

Sic transiit

... aunque, bien mirado, ya no el vivir-vivir,
sino el simple e indemostrable hecho de
vivir
es
(ya)
un lujo,
porque si uno está muerto no vive
para co(a)ntarlo.

jueves, 1 de enero de 2009

El misterio del cuello pensante

A veces, al nivel de la tráquea, se forman ciertos nudos que impiden la palabra. Lo sabe e.e., que va diciendo que

todos los pensamientos del mundo no valen una violeta


pero a veces le corrijo y le digo qué sería de las violetas sin todos los pensamientos del mundo, acaso se convertirían en pasto de cerdos y vacas,

rumiantes

que se van preguntando cuánto vale un alma o

cuánto pesa un corazón.


A veces (sólo a veces) le sonrío para disimular que me voy desgajando (¿y quién no?) en una vida asimétrica, porque, como a todos

los ojos me engañan

y todos

sonreímos tristemente

a nuestros pocos aciertos

porque poco más

hay

a no ser

que cada nuevo día inaugura el mundo en el país de los

Homo avidens

aquellos que hablan y hablan y hablan

words, words, swords

sin pensar que quizá hay que tener la infinita paciencia de dejar madurar el silencio
la excesiva y espectacular valentía
de tener ganas de vivir antes de toda explicación
de toda razón
(o después)
porque, al fin y al cabo,
vivir es un lujo
que no está al alcance de todos.
Y me refiero al vivir-vivir,
no al vivir intestinal del simple tránsito,
al vivir
en silencio o en furia o en ruido
pero acorde
con la idiorritmia de cada uno,
teniendo el coraje
la valentía
de enfrentarse a todo lo que somos
lo convenienteinconveniente
lo buenomalo
lo monstruoso y lo angélico
y callarse a veces quizá
quizá porque un nudo nos cierra la garganta
pero seguir, seguir, seguir
viviendo.
En el Mundo sin Mapas (que es el de todos) los letreros dicen:
no puedo seguir, no puedo seguir, voy a seguir.
(Viviendo).