jueves, 14 de mayo de 2020

Celebración

Llueve.
Hay quien dice que un día lluvioso no es bello,
que el Mundo llora.
Yo miro el cielo gris-azul y sus degradados de acuarela
y veo la cortina líquida y
las preguntas de repente ya no tienen sentido.
Tampoco las quejas.
Alguien canta por ahí "no me olvides"
y yo no olvido,
no olvido a nadie.
Llevo a todo el Mundo conmigo.
Las personas y sus rostros
El amor
Las dudas
La lucha.
Esas lágrimas que nacen ahora no son un llanto
por el Mundo,
ni un lamento,
sino la celebración
de la quincuagésima parte de la esquina
de tus últimas preguntas.
Reímos, y todo está bien.
Lloramos, y todo está bien.
Amamos.
A veces nos duele,
pero es imposible que el aire
atraviese nuestros pulmones como si nada,
que nuestro corazón bombee la sangre
como una máquina simplemente eficiente
cuando,
La Verdad,
La Única Verdad,
es que no hay nada a lo que aferrarse
que no hay que aferrarse a nada
Porque la lluvia cae
         y la sangre palpita
         y el aire (ese que nos separa a ti y a
mí o nos une según se vea)
         a veces es tibio y a veces se enfría
Porque la irregularidad es hermosa
y podemos amar el inestable
         y continuo movimiento
de los seres y las caras y las almas
que van y vienen,
a veces con la piel desnuda,
a veces enfundados en corazas,
pero en el fondo
         es la Vida
         eso que se mueve
y palpita y cae
   -y a veces sube-
Y esa es la única carta
que podemos jugar
mientras
nuestro aliento
nos mueva aunque nos duela
mientras
el caos aparente
nos grita o nos susurra
pero
   en todo caso
nos mantiene en movimiento
aunque el cielo sea un espeso llanto
de nubes
      naufragadas.