martes, 28 de diciembre de 2010

El ojo de Blaqueloc

El ojo de Blaqueloc: una novela hasta ahora inédita que publico en la plataforma literaria de Random House Mondadori.

martes, 14 de septiembre de 2010

De vita beata

Aprender a estar
a solas con uno mismo
(cuando ya es bastante difícil aprender a estar
con los demás)

dar valor al espacio que se habita aquí y ahora
prometiéndose no estar antes
y mucho menos después
porque aún nos podemos permitir el lujo
de estar aquí y
allá
sorber la vida lentamente
(puesto que ella ya se encarga de absorbernos a toda prisa)
echar de menos a quien se quiere
darnos autorización
para sentir dolor
cuando sea triste
y necesario
el momento

no ir más allá de nuestras propias necedades
(puesto que inevitable es
ser necio
en este mundo de pretendidamente
seres ultrainteligentes que nunca fracasan)

atreverse a dar el paso que nunca darías
o
a dar el paso que siempre das...

Tanto da
al fin y al cabo
lo únicamente esencial
y esenciable
es saber oír el silencio
que a todos nos habita
y saber decirnos que,
si el ruido de por ahí dentro es infernal,
son nuestros demonios los que ladran y aprietan las sienes de nuestra casa
y, después de todo, no van a instalarse en ella para siempre
porque aman los alquileres y desprecian las hipotecas a vida o muerte
y, quizás algún día, quizás en este momento
que es cualquiera, nos van a dar la pata, obedientes y contentos
por haber cumplido su función de alterarnos
para que sepamos que vivir, al fin y al principio
es pender de un hilo
umbilical
o electrocardiográfico,
pero pender siempre
colgar sobre una superficie que a veces nos recuerda
que tenemos dos pies
para afincarnos en este mundo huidizo del instante aprovechado

y es por eso que, a menudo, para volar miro primero abajo
y jamás hacia arriba.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Troquel

Talando el tiempo de los días,
subiendo y bajando la cuesta de lo que cuesta
mantenerse en pie
despertándome a veces y escribiendo a (duras) penas,
esperando que el magnífico huevo inspirado en el oscuro Giger
abrace mi cara y renazca en mí el monstruo que en verdad soy,
el tenue bebé azaroso y sangriento que rezuma mi esqueleto por todos sus poros,
atravieso el puente de las horas saltando desde mí misma
o sobre mí
y mis circunstancias, empeñadas en demostrarme
que los días ahogan pero no aprietan.

Sobreviviendo en fin, y es mucho,
viviendo la vida en tropel
que no es poco
troquelando la obra del tiempo.
Aprendiendo, en suma.

Addenda: Y con una mueca de sonrisa imborrable en mi cara surcada, navegable mapa de las personas que adornan mi biogeografía. Gracias. A todos.

jueves, 19 de agosto de 2010

Si llueve de nuevo...

... y camino sobre mis manos,
si llueve y el agua es la clara turbulencia de días lejanos
si...
todo es un posible quizás...
entonces...
es tiempo de maquinar el camino que se hace sobre el denso traje gris de los árboles en esqueleto.
Nuevamente
y a menudo,
vivir es luchar.

martes, 27 de julio de 2010

Arabesque

Y uno, y... dos.

De puntillas sobre tablas

de madera desgastada,

una figura

reaparece

blanca

y aún más blanca,

animada por mil ojos

fantasmales,

por mil ojos

expectantes

dirigibles

modulables

inmutables:

candilejas.

Y... el pie lucha

por no acordarse

de la sangre aprisionada,

contenida apenas,

derramada por sus dedos,

titanes que cargan el peso

del cuerpo que pugna

por volverse

etéreo

sobre alas de raso.

Ahora el cuerpo esboza

un intento de calma

sosegada

por un pecho

apenas obediente

a un cerebro que le ordena

ser

poco ostentoso

en sus latidos

de respirar agitado.

Perlas de sudor

recorren un cutis brillante,

rompiendo la piel

que manos expertas

habían ocultado.

Pero... No pasa nada.

Sólo un paso.

Uno más.

Tempo lento. Adagio.

Arabesco:

equilibrio

tensionado.

Levanto

-con sumo cuidado-

una de mis alas.

Siento un gran peso

en mi espalda.

Tronco erguido

-frente noble-

piedra angular

de mi vuelo

entre el cielo

y el infierno.

Arriba... y abajo.

La función ha terminado.

Y uno, yyy...

Vamos, vamos,

reverencia,

saludo:

señoras, señores.

Tanto bailas,

tanto vales.

Oh mundo

tan

respetable.

viernes, 2 de julio de 2010

Complicatoria

Sust. de género indefinido. El arte de complicarse la vida. Una serie de textos-poemas o en cualquier caso jirones de sangre literaria lanzados hace tiempo a los campos de papel que poco a poco irán pasando a la pantalla, a falta de mejor campo de batalla.

Próxima-mente.

martes, 25 de mayo de 2010

Des-ideando

Nada que ver con la desidia, en principio. Creo. Aunque debe de ser su pariente cercana: la des-idea. Ese proceso de limpieza mediante el cual te deshaces de tus propias ideas, de sus lomos rasgados y sus viejos vicios, de la sensación de pellizco (qué envidia de tus cosquillas de cuento, Cortázar), del nudo en algún lugar alrededor de la garganta y te dedicas a leer a los demás por espacios siderales de tiempo.

Decides, a veces, que no es imprescindible escribir. Y en el minuto que le da la mano a éste ya estás, automáticamente, escribiendo.

De todas formas, la vida es un baile lleno de abrazacaras que pugnan por invadirte y criar un alien dentro. Aunque me emociona especialmente el Newborn, ese encantador monstruito de enormes proporciones que te mira un instante con ternura y al instante siguiente, sin darte la mano por la cortesía de haberte conocido (debiera decir "re-conocido"), te arranca la cabeza y te deja sin una de tus (creías tú) brillantes ideas.

En el mundo de la hiperinformación, reivindico por un momento la des-información: no para ser más estúpidos, sino para aspirar a ser lúcidos. Tiene que haber espacio para que las ideas bailen de mano de los sentimientos, para que la mediocridad momentánea sea la genialidad del mañana, ya presente en el yermo.

Visitando casas ajenas (de papel, de pantallas, de música) me regenero, me nutro: me des-ideo. No conozco mejor forma de ir creciendo, decantando el abismo a veces abisal que me habita cuando vago, perdida y lúcida, con el peso del mundo sobre el caballo del tiempo.

lunes, 29 de marzo de 2010

Periferia

La idea de vivir en algún lugar lejos del centro, para el que es necesario
estar preparado
para el que es necesario subir al metro
tomar el último tren en el último vagón.

La idea sincera de vivir de prestado una vida que no es nuestra o mía o tuya
sino de alguien a quien poco le importa
que vivas o
la idea de que es preciso viajar, viajar constantemente para llegar a algún sitio
llamado ningún lugar.

Porque, al fin y al cabo, somos un proyecto de lo que somos
y por eso apenas
nos entendemos o
nos encendemos.

Vagas luces de inercia,
nieblas antes de un amanecer que llega
incluso a pesar nuestro.

martes, 2 de febrero de 2010

Cronófagos

Porque siempre ando diciendo que debo aprovechar (más, más aún) el tiempo
porque, como dijo un tal Samuel (alias Beckett), la vida es un caos entre dos silencios
porque voy de acá para allá con mis ideas como fardos
-y no saben muchos lo que pueden llegar a pesar las ideas, o al menos las que se mueven inquietas intentando dejar de ser ideas para pasar a ser acciones-
porque el centro del mundo es todo lugar en el que alguien crea que está el centro del mundo
porque la vida es tan larga
que podemos comprimirla en el suspiro de un multiverso

HOY
HE DECIDIDO
DEJAR DE LUCHAR POR SEGUIR LUCHANDO.

No se me malinterprete. Siempre hay alguien que te pregunta cómo estás cuando simplemente sucede que te has puesto sentimental o cuando
estás haciendo de equilibrista en el filo
de la navaja de las horas.

Querría decir, si no es mucha molestia leerlo,
que reivindico pobremente el derecho de estar out, quiero decir,
fuera
de mí misma.

A veces es sólo que el tiempo nos devora, que alguien pide a gritos desde alguna red que el mundo se pare un momento y lo que sucede es que nosotros
somos devoradores de tiempo
devoradores del tiempo
devoradores de tiempos
CRONÓFAGOS
y por eso necesitamos escribir eso que se nos escapa
y nos volvemos insolentes cronógrafos
y asaeteamos minutos como éste que de otra manera
estarían perdidos en el tiempo
y ahora, humilde,
algo cachazudo,
o digamos tozudo,
se ha quedado clavado aquí,
como una espina de pescado
-porque siempre es más barato decir esto que decir, por ejemplo, engolando la voz,
que se nos ha clavado una espina del tiempo-
.