martes, 29 de septiembre de 2009

Cazadores

Al vuelo.
En un rincón disfrazada de persona o pájaro o pez
que vive en la sombra
cantando y pariendo
gallos que cantan a la luz de la luna
mientras quizá
paseas al perro

tras la mirada asesina de quien bien te quiere
y te hace llorar
por aquello de stultus sum et in pulvis reverteris
porque al fin y al cabo qué somos salvo
nosotros mismos en modo inoperativo

o quizás está, están a plena luz del día
mientras compran el pan
y la ancianita de viso rebujado entre sus faldas recuerda
sin demasiados remordimientos
que hace tiempo era típicamente bella y en la actualidad se prepara
para una sólida
tópica muerte

o quizás a veces me equivoque y no haga falta más que inspirar
-pero es que transpirar es tan bueno, tan rematadamente
humano-
pero al fin
y al cabo
quién soy yo sino una vaga navegante de aguas como palabras y espadas como flores
para saber que voy por los días
sendereando una falta
o un atisbo de luz
que a veces vuelo tan
alto tan alto
que caigo tan
bajo tan bajo
que doy a la caza alcance.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Herméticamente

Hermes me secuestra hacia mis propios dominios.
No son un lugar en donde el poder sea mío.
Sino, más bien, un
no lugar
un
lagar
perfecto para todas mis obsesiones.

Las que viven arriba me tienen tensa la mayor parte del tiempo, no dejándome pensar o no dejándome
dejar de pensar.

El estado catatónico es un estado violento
y lento

Las magias meretrices magiares arrasan por las estepas de esa cosa reseca llamada alma que
a menudo rezuma ideas y esa extraña sustancia viscosa llamada sentimientos.

No es un lugar extraño, el lugar cerrado
es sólo que
aquí me siento brutal
y extraña
mente a gusto
y los demás son un ruido entonces
y es entonces
que todo es tan injusto.

Cuando me veo secuestrada
por las arduas palabras.

sábado, 5 de septiembre de 2009

El oyente

A veces observa la belleza en los otros
y es feliz.
A veces escucha que la gente se ama a través
de inmensas palabras
y es feliz.

A veces despierta en mitad de la noche

y se pregunta cuántas veces se ve a sí mismo como espectador de vidas ajenas, cuántas

más veces va a ser el que no es.

Y entonces toma una determinación:
vivir, a pesar de todo.

Toma un diccionario para consultar el significado de la palabra
determinación
y no entiende nada.

Sólo sabe que no sabe nada y que no es Sócrates
(sus padres tuvieron la extraña determinación de llamarlo Claudio
y él tomó la decisión de convertirse en cojo)

Apenas sabe hacer algo más
allá
de abrir la boca
y
-definitivamente-
escuchar.

Es por eso que cada mañana
reza a las piedras del Valle de los Deseos
y ruega a algún dios
que le conceda el extraño don
de seguir siendo humano.