lunes, 23 de junio de 2008

Espacios...

...para respirar, para contar los días, para contar las vidas que nos habitan, los muchos que somos, las muchas que soy, los alientos, los besos, los abrazos de las mentes que vibran al unísono y forman una espectacular armonía, una fuga de ideas que juegan entre ellas, una puesta en escena de aquí y de allá, los múltiples pliegues del mundo, la sazón y la desazón, el fruto verde y el maduro, el que cae, se pudre o se viste de esa extraña irrealidad llamada esperanza, que a veces, por fortuna, nos contamina y nos hace olvidar que el pasar de las horas es una conjura a favor del escepticismo...

domingo, 15 de junio de 2008

Resonancias

Cuando ya nada se espera particularmente exaltante, surgen momentos como éste: ante un mundo-linfoma que se abandona, que me abandona, que abandono, paseo (por ejemplo, por Pessoa) y abandono el metro cuadrado de tristeza, salto a un prado lleno de grillos que me recuerdan de manera obsesiva que estoy viva, que las indigestiones del alma pasan como pasa el tiempo, el tiempo en el que la sed de ser un ser completo me deja tranquila por un nanosegundo que dura tanto como la eternidad en la que vibran las letras que me salvan (a veces de la vida, a veces de mí misma). Entiendo ahora, en este instante, las resonancias de árboles que me hablan, antes de convertirse en papel, de la caricia que viene como el viento, de las aflicciones inútiles. Escucho (nuevo día, nuevo texto, nuevo mundo) la música sublime de ser (aunque sea por un momento) y me zambullo en ella, nado, somormujo en busca de nuevas (pa)larvas.

martes, 10 de junio de 2008

Nudo

La sensación de que hay días en los que se acaba el mundo, la tenaza de las horas cerrándose en torno a mi garganta (también al acecho de otras gargantas desavisadas), a veces las ganas de gritar o reír de forma incontrolada. Hay que volver a empezar, me digo, buscando lo imposible a través de lo inútil. Me divido en esfinges. Observo la marcha inevitable de los otros. Toda yo camino hacia ninguna parte. En momentos como éste, me visito solemnemente, me burlo un poco por eso de mí misma: sé que siempre hay un desenlace provisional esperándome al doblar la esquina de las frases.