miércoles, 29 de octubre de 2008

Libera me

Del Día de la Ira que conmovió los cimientos del Mundo,
de las calamidades y miserias,
de los estertores de la tierra
quebrada en mil fallas,
del fuego crepitando esperanzas,
de la sombra, de la falta
de vuelo,
del silencio atenazado,
libérame.
Descanso y luz, visión clara
de caminos nuevos que se acaban y comienzan
mirando a un norte incierto:
resplandece más allá,
más adentro.



lunes, 27 de octubre de 2008

e.e. me coge de la mano y me lleva a volar...

... me susurra:
Cuando el tiempo nos despoje
de nuestras seguras tranquilidades...
... le acerco mi voz a su oído:
... y mi alma exhale una mueca
como única arma de defensa, entonces...
habrá llegado el tiempo de las mañanas perdidas,
las cenizas sin esperanza
de volver atrás, la ruptura
de ligamentos cruzados sobre la cáscara
del cráneo que piensa,
inútilmente,
por qué o qué fue
por qué o qué será
EN ESTE MINUTO
INCANDESCENTE.

domingo, 26 de octubre de 2008

Eternidad, Voces

Abro los ojos. Vacío. Nada a mi alrededor. Blanco. Blanco. Yacente en la tierra desaparecida, mirando a un cielo sin respuestas. Me cubren apenas unos granos de arena, unas cuantas hojas. Un vestido blanco. Oigo una voz, que vibra desde el mínimo tapiz verde que me abraza, desde la arena, desde la tela-aurora, que alienta palabras como soplos:
Sólo tenemos derecho a existir si nos importa.
A la primera, le siguen otras voces. Decantan sonidos en mis oídos como un bálsamo y me hablan de la inevitabilidad de los mundos posibles, de que no hay más mundo que el Nuevo, ni más Tiempo que el que se inaugura a cada Instante.

viernes, 24 de octubre de 2008

Un bello día

Y cayeron las gotas de lluvia con la acidez de lágrimas antiguas, con la violencia de los mundos que terminan.
Y fui tierra
y fui sal
y fui ojos
y fui aire
y fui nada.
Fundiéndome con el barro, volviéndose podredumbre mi carne,
huesos,
cenizas,
viento aleteado por mariposas negras, ajenas
a la inocencia
de nuevos
paisajes.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Llueve...

... de nuevo, sin cesar. Quizá nubes, quizá ojos, ojos multiplicados por el cielo oscuro. Ácido diluvio, nuevos nidos de mundos que pían rabiosamente por un amanecer que aún adivino lejos, muy lejos... Absoluta complacencia en el nacimiento de nuevos mares. Precisos torrentes para que los Grandes Lagos cubran el Viejo Nuevo Lugar de agua, tierra y sal.

lunes, 20 de octubre de 2008

Cristal

Y del cieno las flores. Y del bosque el desierto. Nace un tapiz de cristales sobre la pura roca. Cristales de colores inevitables. Un pájaro-trompeta anuncia un Nuevo Tiempo en el Nuevo Mundo. El eterno retumbar de tambores de guerra que, a cada golpe, borran caminos, inauguran caminos. Como siempre, en cada encrucijada ronda el hálito de los muertos, el respirar apresurado del miedo que puebla los finales y los principios, el tajo del cristal roto de repente que hace brotar heridas como flores enfermas. Pero hay que mantener la mirada en calma. Todo Apocalipsis prefigura un Génesis.

viernes, 17 de octubre de 2008

Hojas verdes

Cansada, me estiro en el suelo, el barro me abraza. Las paredes a medio construir me sitúan entre un lado y el otro, me hundo un poco. Toda yo mujer-tierra, cierro los ojos. Pasan mil años en segundos, mil paisajes, mil inviernos, mil cascadas de deseos que caen a contracorriente, agua que se enfrenta al agua. Extiendo los brazos. Soy ya la encrucijada entre los caminos que se trazan a cada paso. Llueve. Las gotas de lluvia caen sobre mi rostro, tenuemente saladas, venidas de algún mar cercano. Al contacto con mi piel, las lágrimas del cielo se convierten en hojas verdes. Me tapizan, me convierten en sotobosque de este Nuevo Mundo que no he creado, que surge inevitablemente, que pide a gritos que lo recorran mis pasos, que llora en mi cuerpo el anhelo de no ser destruido. Respiro. Ya humus, presiento en mis poros rezumantes de cieno el aliento de futuras flores.

martes, 14 de octubre de 2008

Autoconstrucción

A pesar de todo, de las ironías, de las zonas grises, la horrible vida se abre paso en el Nuevo Mundo y, de un zarpazo, me coloco la navaja entre los dientes, araño el suelo, arranco arenas, piedras, montañas. Tengo que volver a levantarme, a edificarme. La autoconstrucción es todo menos algo inofensivo, menos algo sencillo y tranquilo. Nada parecido al arrullo de los pájaros. De arriba abajo, me embarro, mezclo morteros, se doblan mis piernas-columnas antiguas, me enraízo sobre las arenas movedizas del miedo. Si me hundo en el barro, lanzaré al cielo mis últimos proyectiles de esperanzas, la sal arrasaheridas de mis interrogantes sin respuesta.

Zona gris


... pero en mitad del vuelo, arrancando alas, la tierra se pliega en piedras y areniscas, materiales de construcción que ahora abren una enorme grieta en el suelo y se retuercen y amenazan con engullir mis pasos, mis pies, arrastrados a duras penas por el suelo. Del corazón me nacen de nuevo las corazas. Corazas: corazón. Ironías del Nuevo Mundo.

domingo, 12 de octubre de 2008

Llamas-flores


El tacto en las plantas de los pies se hace de repente suave, ya no punzan las imágenes que retuercen silencios, ya no añora mi piel el recuerdo de la lógica del combate, de las batallas, de las heridas. Ya todo el llano es caricia, alfombra de sueños. Imposible volar. Estoy volando. No se puede aspirar a ir más arriba, a menos un palmo del suelo. Todas las llamas se convierten en flores de pétalos vibrantes y rojos y tallos que bailan al son del bosque de arcos, de las hojas-manos-dedos, del rocío en la superficie del cuerpo-montaña que de repente crece y se hace uno, uno más, del paisaje de la vasta planicie que se ondula como la hierba de los días que crecen a lo largo de los años.

sábado, 11 de octubre de 2008

Llano en llamas

Asciendo porque imagino. Camino porque recuerdo. Vivo en el absoluto presente. Allegro con fuoco. Vuelan hojas desde los árboles que tapizan el Nuevo Mundo. Hojas escritas. Hace ya un apenas siglo que transito, con la esperanza agazapada, por los caminos nacientes, por los mares que florecen, por el azul del cielo que se tiende a mis pies. Una (nueva) sorpresa: llego a un llano de hierbas encendidas, ardientes, que me recuerdan que hace muchos días que los días se confunden con las noches, que el tiempo se funde como la cera. Que es momento de caminar por el llano, acariciados los pies por las llamas que danzan a la luz que rompe las tinieblas.

viernes, 10 de octubre de 2008

Sinfonía del Nuevo Mundo

Un bosque de arcos sin flechas. Miles de pulmones expirando melodías. Cuernos de caza que persiguen piezas imaginarias. Golpes en el centro de la membrana sensible que de repente soy. Alguien dirigiendo pálpitos. Una formación compacta, como un solo hombre, avanzando, avanzando, crescendo. Parecería el fragor de una nueva batalla, pero no. Es el aire, es la brisa, es el hálito fresco del bosque de árboles, lleno de impulsos de amaneceres. El bosque de árboles reconvertidos en instrumentos. El que llama a la batalla de la vida sin una lógica del combate. Es el corazón mismo de la vida, de las lanzas del espíritu. El bálsamo de los días que sólo pasan día a día. Imposible avanzar el reloj. Los pájaros ahora no dan cuerda: cantan. Es un nuevo camino, la nueva vía. Que se dibuja nota a nota, verso a verso, viento a viento, arco a arco tendido a lo largo de la flecha del tiempo. El combate aquí es duro, pero no escatima visiones de mañanas posibles. Es el Nuevo Mundo de Nuevo. Visto a vista de pájaro. El fuego de la alegría recién descubierta. Aunque se tambalee la tierra bajo mis pies por el peso de los volcanes que nacen ante las nubes. Aunque todo principio haga temer un fin. No hay temor. No hay temor. Sólo música. Sólo palabras en el momento justo anterior al momento de ser formuladas. El silencio previo a la palabra atravesado por impulsos ascendentes, por calmas súbitas, por caricias en el oído, por ataques repentinos de fuerza, de ganas de vivir subiendo vías inexploradas que se inauguran en el momento de sólo imaginarlas.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Blanco

A veces, el Nuevo mundo se reinventa. Paso a paso. Es algo que voy aprendiendo. Paso a paso. No existe la noción de día. No existe la noción de noche. Ahora todo en claro. Después de la batalla, el enemigo se retira un momento, no sin propinarme un último zarpazo, no sin rasguñarme, como el animal invisible herido que es. Por un momento, blanco. Instante blanco. Cierro los ojos. Los abro. Sí, sigo aquí. A mi alrededor un nuevo camino, círculos, cuadrados, rectángulos, empieza a dibujarse. Parte de mí. De mis pies. Primero una sonrisa que borra la tierra. Luego, la misma tierra sonríe. Mundo ahora al revés: la hierba arriba, las nubes abajo. Piso levemente el algodón de mis sueños, y es así cómo se traza el Nuevo Camino en este Nuevo Mundo. Toda yo de blanco ahora, con las heridas recientes corriendo a transformarse en cicatrices. Abro los ojos. Los cierro. La hierba vuelve a mis pies, el bosque permanece. No hay que hacerse ilusiones. Las zarzas siguen creciendo, y sirven de escondite a mi yo agazapado que se lame las grietas abiertas por mis armas. No hay que alarmarse. Es sólo que el tiempo (el Nuevo Tiempo) me da una breve tregua, que mis ojos juegan a capturar el horizonte, que vivo en blanco.

martes, 7 de octubre de 2008

Heridas

... horizontal... yazgo... des pués de la ba ta lla... las... heridas... son... muchas... han... entrado en... mis zonas ocultas... por... largo... tiempo...
pero
me levanto grito aúllo como una
loba que aún no se ha acabado
la lu
cha que
me desangra
porque
la armadura me acoge de nuevo
y ahora es musgo
y pájaros
nubes que vuelan
contracorriente
y es
de nuevo el mar
que va
y viene
y ondula
la superficie de mi piel
cicatriza
todo recuerdo
visión
duda
soy yo de nuevo
más de frente
más dura
más
pura ansia de ser hoja
aca-
riciada
por ramas
que
horizontales
hacia el sol
se tienden.

lunes, 6 de octubre de 2008

Fragor

Agazapado, en una grieta del camino, surge el enemigo invisible, se aferra a mis pies, detiene mis manos, retuerce mi cuello, transforma mi gesto en la sorpresa de una muerte inminente, soy yo y soy él, somos dos o mil en lucha, el estruendo es increíble y las armas se cruzan, por fuera en el Nuevo Mundo apenas ocurre que algún terremoto ha hecho nacer nuevas montañas-mares, pero en mi metro cuadrado de antigua bonanza el fragor es inclemente, no puedo seguir, no puedo seguir, voy a seguir, sangran mis antiguas cortezas, se quiebra mi coraza, ya las armas empuñadas se vuelven contra mí a manos del enemigo invisible a quien sin embargo conozco, estoy apenas agonizando, estoy a punto de expirar, el musgo se cuartea, el aliento casi se extingue, lucho por pensar en nuevos caminos en nuevos caminos en nuevos caminos
y entonces
mis ojos acarician el alma de un pájaro que por casualidad pasaba por aquí y piden clemencia
(Con los labios fruncidos y la garganta hecha jirones cantaré el alba de un Nuevo Día)

domingo, 5 de octubre de 2008

Resistencia

Pero todo reposo se paga con un ataque por sorpresa. La lógica del combate es dura. Despojarse de las armas y armadura, de la mente en tensión, es causa suficiente para que el enemigo avance. Me retuerce breve y a la vez largamente. Las heridas esta vez son profundas. Era fácil llegar hasta mí en este momento, a interior descubierto. Respiro un instante. Alargo una mano. Está tan lejos, en el extremo de mis ramas... Mis raíces se desprenden y el vacío abre una enorme boca bajo mis antiguos pies. El bosque es lo único que permanece, vuelto de repente susurros y brisas que lavan mi corteza sangrante. Encuentro, casi a ciegas, algo de musgo en un árbol cercano, un árbol de hojas oscuras, rezumante de resina y nidos de pájaros. Me ofrece, silente, el tapiz verde con el que, haciendo un esfuerzo enorme que me parece durar eones, enmusgo mi cara, ahora de nuevo humana, nostálgica de aromas. Es un perfecto camuflaje. Mis pinturas de guerra. Mi avance. La lucha es inevitable.

sábado, 4 de octubre de 2008

Reposo

Con la cabeza aún aturdida de rojo, sueño-vivo puentes, aguas, nuevas montañas-mares, piedras, bosque naciente que surge a cada paso como un bálsamo, la línea del horizonte se detiene por un momento, se deja apresar por mis manos, y en la yema de mis dedos se unen cielo y tierra...

viernes, 3 de octubre de 2008

Algo rojo, algo alto

... Y vivo de pronto sin pensar en batallas, olvidadas las armas y los alientos de desánimo, las luchas hierro a hierro, despojada de toda prisa, suspendida el alma bajo los árboles que mecen brumas y
cielos ilusiones
de vidas vividas y por vivir y es un río el cerebro que anima las voces de los guijarros, un río que habla con el mar ahora lejano, un saltar de agua hábilmente ondulada mecida por colinas alineadas que cortan la nada... y vivo como la luz suspendida en el aire, sin aliento... después de todo, después de mí... nueva-
mente
observando lanzas
pero no de guerra
sino de presente
incendio
que brota
aquí y allí
y es
algo rojo
algo alto...

jueves, 2 de octubre de 2008

Sombra, luz, espalda...

El tic-tac del pájaro-metrónomo que da cuerda al mundo se desliza por mi espalda, es una mano en la sombra la que se alarga desde los árboles, noto el tamborileo de los dedos rítmicos a lo largo de mi espina dorsal (ya cordillera, ya alturas de deseos, ya vuelos), el paseo subiendo-bajando de la ligerísima presión de la brisa entre las ramas-hojas que se alargan y se alargan y apresan de repente mis cabellos destrenzados, desanudados, y una vibración-terremoto en el Nuevo Mundo se traduce en mi cerebro por el nacimiento de brotes y brotes, de brotes verdes, de mi piel hasta mi espalda, y levanto los ojos y una sombra se revierte en penumbra suave, nubes de rosas, atravesando el gris peregrino del cielo, que corre a ruborizarse porque es de día, y la luz recorre ya mi espalda y soy de nuevo paisaje, paisaje en marcha, al compás del pálpito que dibuja el camino que se tiende al impulso de mis pisadas.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Pájaros que dan cuerda...

Abro los ojos (¿cuántas veces? ¿cuántas veces ya en esta selva de miles de minutos-años luz-eones?) y la oscuridad se retira, no es un efecto acostumbrado, es sólo que la oscuridad desaparece cuando abro los ojos y entonces, entonces, me despierto en el suelo, en la tierra húmeda, cubierta de hojarasca: es el bosque, extendiendo sus brazos-ramas, saltando de orilla a orilla, de arroyo a arroyo, de mar a mar, de camino a camino, de lucha a lucha, el que me acoge y alumbra, ya sol, ya troncos, ya hojas, ya pájaros que cantan a ritmo de mis pálpitos, y, como un inmenso-oleaje-metrónomo multiplicado en ecos, aquí agudos, allí piano, allá sotto voce, en mí forte, forte, da cuerda al (Nuevo) Mundo.