miércoles, 22 de abril de 2009

Rikyu

Sen no Rikyu fue y es un experto en wabi-sabi. Hablar de la belleza imperfecta, y por lo tanto, perfecta, del wabi-sabi es semejante a querer remontarse a los orígenes del Universo: siempre tendemos a preguntarnos, para empezar, si es que hay más de un universo. Y como la respuesta es NO
no hace falta preguntarse demasiado
no es demasiado preguntarse si hace falta preguntarse
no es preguntarse hacer propias las faltas.
Es cierto que a menudo el pensamiento se enrizoma, como todo lo humano. Nuestra especie pertenece a lo incompleto y a lo incongruente, y quizá por ello hemos evolucionado hacia la inmensa fractura de todo monstruo pensante.
Por eso, ahora, aquí, allí, entonces, lo limpio es no plantearse quién era en el fondo Sen no Rikyu: basta con verlo entre paredes de barro, bajo un techo de paja, entre estructuras irregulares, admirando la estructura asimétrica de las ondas que se forman en el fondo abisal de una taza de té.

jueves, 9 de abril de 2009

Cuidado, mujer peligrosa

No suelo hablar realmente en primera persona ni suelo realmente hablar de mí. No suelo mirar el suelo y por eso desconozco la diferencia entre volar o caer. No suelo hablar como mujer porque a veces me concibo casi como un ente pensante que por casualidad nació de sexo femenino, fue madre (y lo sigue siendo para siempre y con orgullo, felicidad, satisfación y todas esas cosas que casi nadie se cree pero que yo afirmo totalmente en serio) y por casualidad trabaja, escribe y vive de y por puro milagro. Vaya, como casi todo el mundo.
Pero cuando una se descubre de verdad puede ser un peligro.
Y hasta aquí puedo escribir.