viernes, 25 de noviembre de 2016

Las doce y cuerpo

Amaneciste tú, entre las esquinas,
rebordeando los escombros de la nada.
Tú, con tu tierna mirada fija,
el pie en el abismo.
Yo era esa que pasaba sin sombrero de preguntas,
a duda descubierta.
Tú escribiste en mi piel
la gramática de los alientos anhelantes
la certeza de saberse esperado.

Era un espeso revoltijo de infinito,
esperaba algo con largos ojos puestos en el espasmo de lo imposible.
Amaba fantasmas.
Tú concretaste
en tres milímetros de risa
que amar no es aquello que se cree,
sino más bien aquello que se crea a cada instante,
aquello que te da la forma que tú quieres
y tiene la virtud
de adelgazar los silencios tensos
de las horas cortadas,
esas en las que crees que debes ser alguien
algo
o más bien nada
a ojos ajenos.

Son las doce y cuerpo.
En el cuarto de nuestras íntimas reflexiones
-tan ancho como ancho es el mundo-
nos sabemos
nos recorremos
nos caminamos
nos amamos.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Dar de comer al dragón

A veces
esas cosquillas de vida se secan en tu cerebro y navegan por el mar de tus ahogados sin navíos:
alumbran fantasmas y escondrijos,
sudores fríos y terrores nocturnos.

A veces
el mundo de fuera toma posesión de tu espacio interior
y te preguntas
en qué momento perdiste el norte
y si hace falta volver a leer tus versos de urgencia,
esos que hablan de cuartetos de sordos y tierras baldías
en las que a veces nacen flores
o días
sonrisas
ideas.

Otras veces
te das cuenta de que esa criatura que te habita
y que te perseguía por los pasillos de tu casa
-ese lugar en el que se estableció tu infancia-
tiene un aliento ardiente que te quema hasta la última pregunta
te desvela por las noches
te nutre de pesadillas y clamores de inexistencia
te estrangula entre lágrimas estúpidas de sinsentido
cuando
lo cierto es que
basta escribir para que la pesadumbre se esfume
basta escribir para volver a habitar tus estancias de luz
basta volver a enarbolar el aliento rítmico que nace del sol de la tarde que se esconde
del frío que te reconcilia con esa parte de ti misma en la que yacen
el dolor y el amor
la resistencia y la persistencia
la sonrisa y la mueca
para,
vuelta a ti,
sin necesidad de entender muchos porqués
pero paladeando muchos momentos como este
en el que ser te ocupa
-más de lo que te preocupa-,
el dragón deje de acosarte y se convierta
en ese aliento que te quema por dentro
y sale al exterior
en busca
de horizontes de ojos
corazones
habitables
en los que
vivir para saber
que,
por un minuto
-este, u otro por venir-,
es posible cambiar el mundo
y respirar al calor
de algunas tenues respuestas.

martes, 4 de octubre de 2016

Cambio

Abrimos los ojos esperando una migajas de Mundo,
de esa luz que te habita y te llena de risas.
Abrimos los ojos sin saber que estás dentro,
que eres el hueso de todas las revelaciones.
Es tan difícil sonreír si solo llevas un cartílago dentro,
si solo eres esa masa gelatinosa y rígida a la que estás acostumbrado.
Es tan difícil salir de aquí,
en donde estás tan cómodo,
que cuando lo haces ya no eres el que eras, sino ese otro que se pregunta por qué has tardado tanto,
por qué no lo has hecho antes.

A veces creemos que todo va a ser así para siempre,
de esa manera en la que nuestra alma bosteza,
nuestra sangre se entibia y se hiela.
En ese estado en el que los problemas caben en la palma de una mano,
pero nos parecen montañas.
Ese estar sin ser en el hueco de las horas que se doblan y se desperezan como un gato
de ojos verdes y color de pan recién hecho,
ese espacio blandito y mullido en el que nos parece que no puede haber nada más.

A veces somos otros.
Otros que lloran
y ríen y se
agotan buscando soluciones que amen la claridad de los días recién estrenados,
esos en los que duelen los minutos por cargar las cajas de nuestras pesadumbres,
esos días en los que nada está hecho,
en los que te ves capaz de mover montañas aunque ellas se precipiten sobre ti con su sombra alargada,
esos espacios dentro del tiempo habitable
que dejan de darte forma,
esos lugares en los que puedes pasear por el interior de ti mismo
como por una habitación desordenada en la que todo es posible,
desde el caos de las preguntas hasta el llanto de los ojos que queman porque saben que,
una vez más, se habían acostumbrado a la misma vista,
al mismo horizonte mil veces repetido,
cuando la verdad es que, dentro, más allá, palpita ciegamente el cambio que hace
de nuestros segundos
milenios largos que pasan y se quedan y palpitan
a toda velocidad
a pesar del peso de nuestras pisadas,
a pesar del paso de nuestros pies cansados.

domingo, 24 de julio de 2016

Como debe ser

Aquilatas las horas al parecer perdidas
Te reencuentras con quien forma parte de tu historia:
Tu amigo. Tu hermano
Tu alma gemela.

Los vientos han pasado por nuestras vidas,
nos han azotado a base de bien
y de mal
en todas nuestras mejillas. Las hemos puesto y expuesto,
se han secado a todos los huracanes vestidos de imposiciones, deberes y culpas,
se han ajado a lo largo de las horas en resquicio
en escorzo
en equilibrio precario
de amores y amistades,
se han recosido a base de esfuerzo y disciplina y
esa cierta resistencia
que no es más que una residencia
un vivir en nosotros mismos
mirándonos desde lejos
pero tan cerca
pero tan a conciencia que
a veces,
cuando hablamos,
nos damos cuenta de que la vida ya nos la sabemos de memoria,
pero no de corazón.

Es por eso que,
cuando nos encontramos,
nos reconocemos
nos levantamos
nos llamamos hermanos: de vidas, de viento.

Aquí estamos. Aquí estaremos.
Como juncos que se tuercen pero
no se rompen
ni se inclinan
ante quienes creen que somos menos
que no estamos a la altura de no se sabe qué circunstancias.
Como debe ser.
Pero no por obligación, sino porque somos
inevitablemente
ese espejo en el que uno se reconoce
esas aguas hermanas por las que se nada
como en un útero compartido
aun sabiendo que la vida nos lleva a nuestro propio camino.



sábado, 16 de julio de 2016

Barricada

He visto las mejores mentes de tu generación
nacer de las cavernas del sentido
bailar a la luz de las antorchas de los latidos
de tu corazón y el mío.

He visto cosas que nunca creerías:
darse la mano en la oscuridad de las sonrisas reforzadas por dientes asesinos,
clavadas con chinchetas a la nave del ir tirando de los días,
sonreír a la mala suerte
a la frustración
a los momentos del estoy cansado y no puedo más.

He visto más que muchas vidas anteriores a la mía en tus ojos bañados de inocencia:
la fe en la palabra futura
la fuerza para luchar más allá de las zarzas de los hombres
de las nieblas y mentiras envueltas en papel de mejoras.

La vida es un estado en construcción,
un mirar adelante cuando derrocamos por obras
las guaridas de las fieras que te quieren enseñar que solo hay un camino,
cuando lo cierto es que
no solo se hace camino al andar,
sino que a lo largo de tus pasos es posible caerse y levantarse,
cantar ante las penurias de la tierra en los ojos
aspirar la brisa aunque esté manchada de cemento,
ese que solidifica las mentes claras y tiernas,
ese que nos venden perfectamente etiquetado para que caminemos
al unísono,
cuando lo que en verdad queremos hacer es bailar
y cantar a mil voces que,
por casualidad,
se encuentran queriendo empujar para que el camino
-uno, cualquiera-
siga existiendo.

miércoles, 29 de junio de 2016

Poema rabioso

A veces las dudas saltan a los ojos
y ves que otros muerden las córneas de aquellos que trabajan por la luz
de las puestas de sol
de los atardeceres
de las hebras finas de la felicidad que se teje día a día
en el rincón de las horas.

A veces abres los ojos y dudas
de que eso de ahí delante sea todo lo humano que debería,
más allá del canibalismo de las horas perdidas.

Dicen que somos una especie ideal para conquistar la tierra,
dicen que tenemos alma,
aunque me temo que a veces solo tenemos un arma
cargada de hastío.

Amanecerán las hormigas en el cristalino de tus horas
cuando, por sentirte mejor, devores al otro.
Anochecerán los rayos de luz que robaste a la mirada inocente que busca el bien
por el bien,
aquel que dices que se regala, pero que tan caro se vende.

Es posible que llores.
Es posible que temas que otros vengan y te devanen los sesos en la madeja de los días.

Este es un poema rabioso.
Muerde.
Ataca directo a la yugular de los que enarbolan la sonrisa de circunstancias
de los que se sienten poderosos
de los que aprovechan el público condescendiente
para hacer que nazcan raíces amargas en las esquinas de los ojos claros.
Es el funeral en el que se ahoga la mejor de tus versiones,
a la espera de que la vida, con sus recovecos, haga su mejor labor
y nos lleve lejos de nosotros mismos,
a esa oscura región
en donde los ángeles duermen.

jueves, 9 de junio de 2016

Salir a volar

Salir a volar significa que tú estás allí donde no es necesario
y eso hace leve el día
Significa que tu sonrisa se hermana con la mía,
que te coses a los pliegues de mi alma como el viento a la hojarasca
como el barniz de los días al lento febrero que llega hasta el mes de mayo vestido de fríos y flores
como el amor de la lumbre de tus ojos que pisotean el vacío.

Salir a volar es saber que tú estás, y no por casualidad
Es cazar cielos sin permiso de las nubes de tormenta
Es sonreír cuando los pies te pesan
Es amar lo que haces aunque a veces salgas a volar pensando
que el vuelo es rasante
que estás cansado
que mañana es un día que se precipita con la premura de la falta de sueño
Es ese momento en el que nada es preciso y sin embargo
aquí estás, dándome la mano,
diciéndome que respire
y sonría
porque la vida es esta lenta curva en la que solemos chocar a menudo
y sin embargo seguimos
por aquí
atados a las preguntas de siempre
y a unas pocas respuestas que nos vamos inventando para que se nos olvide
que somos pequeños ícaros
azotados por el viento.

lunes, 21 de marzo de 2016

Nunca llegarás a ningún sitio

Eso me decía un amable profesor
-se supone que de literatura-
cuando le enseñé mis poemas.
Yo quería ser escritora
y no quise que entrara el puñal
dirigido a mis entrañas
de apenas veinte años.
Mis versos eran líneas mestizas:
algo andaluzas,
algo alemanas,
algo yorubas,
jazzísticas,
sangrientas,
salvajes.

Mis poemas no estaban de moda.
Para entendernos: no era nada.
No era nadie.

Yo quería ser escritora,
pero no llegar a ningún sitio,
porque sabía que escribir no es ir, sino volver,
saber que el más allá está más adentro,
aprender a respirar a diez mil
suspiros por hora
en la terrible lentitud de la vida
vista a vuelo de pájaro.
Yo no quería llegar, sino volar,
aprender a bailar sobre el índice de las letras,
poner los acentos en los ritmos de lo que, en el fondo,
no es más que vivir muy aquí y muy ahora
cada día
a machetazos
a retazos del tiempo
arrancado a la presión de las horas.

sábado, 12 de marzo de 2016

Esa voluntad

diáfana,
que nace al calor de la lumbre de los días de frío,
que se retuerce pensando en cuándo va a desaparecer bajo el peso de los escollos del tiempo.

Esa voluntad que hace
que a veces pienses en arrojar la toalla
al ring de los barros acumulados en pesadumbre,
esa alimaña que te obliga
-fiera buena-
a resistir más allá del ahogo
-a veces por una mirada,
a menudo por el brusco entrar de nuevas gentes en tu vida-.

Esa parte que no es tuya. Esa noluntad
que acrecienta el hecho de haber nacido para contarlo,
ese paso por el lento arrastrarse de la queja insuficiente,
ese no acabarse nunca las razones
para la existencia
para la esencia.
Ese impulso
que pace en prados de esperanza
a pesar de las voces que te dicen que no puedes más
-porque no hay más fuerza, ni más aliento-,
que quieres bajarte del carro de fuego que arrasa
tus prados resecos,
tus párpados hinchados a fuerza de leer incertidumbre,
tus brazos lacios como el pelo que se enreda en nudos de impotencia.
Esa electricidad a ti debida,
ese poso de incandescencia,
ese no dejarme rendirme,
esa lucha de los sueños conquistados
a fuerza de creer en la realidad presente,
de desterrar los miedos de la irrealidad futura.
Ese pequeño retoño llamado fuerza
para seguir adelante
que tiene su origen en lo absurdo del ir viviendo
a pesar de todo lo que agosta las sonrisas
a pesar de todos los golpes
a besar de todas las gentes
que circulan
por mis días.

domingo, 28 de febrero de 2016

Piccolo tremolo

El amor es algo tibio y palpitante,
algo pequeño y redondo
a lo que te abrazas
como si no hubiera mañana.

Y lo cierto es que no lo hay.
Solo, si acaso, ese pequeño instante
en lo que nada importa,
salvo
aquello que puedes abarcar
con tus brazos y tu aliento.

El amor sabe a sal
y a dulzura en penumbra,
a hiel de los días,
pero siempre vuelve
y arquea el lomo,
se hace suave y mullido,
te calienta el alma
azotada a la intemperie
del viento y las miradas
     suficientes,
porque lo cierto es que,
como un pequeño grano de arena,
el amor mira tu desierto y te abraza.

viernes, 26 de febrero de 2016

Poema caníbal

Lo habías estado esquivando durante un tiempo.
Ese hablar de lo que pasa cuando te ausentas
de ti
Ese andar detrás de las obligaciones
-cuando la devoción te pide que sangres hasta las teclas-
Ese pensar en que lo primero es lo urgente
-cuando lo primero es el motor de la brutal incandescencia
de ese fuego que te recuece muy lento-

Lo habías estado evitando como a un ser que te acosa y derriba
y te cose a gerundios simultáneos
o a pasivas orgánicas que se entrelazan con tus vísceras
hasta el brutal desahogo
de todas las inmanencias,
quiero decir... hasta aquello que te convierte en algo que ya eres
porque en el fondo
sabes que,
si algún día dejas de escribir,
si cierras los ojos al fatal alimento de las palabras
que te roen a cientos,
viene el dragón y te derriba y te convierte en escombros
aquí
ahora.

Y es por eso que ahora
le estoy dando de comer a la bestia
que me corroe por dentro:
la dejo salir,
la saco a la calle,
la envío a paseo
mientras intento recuperar mis horas de persona
aparentemente normal
aparentemente vencida.
Pero es que, claro,
en el fondo yo quiero ser inmortal
y como sé que la carne es blanda
y se agusana con el pasar de un suspiro,
me convierto en carne de letras
y le doy lo que quiere
a esa neurótica que corre por dentro
en los pasillos del tiempo
y que grita
-la loca de la casa-
que quiere estar haciendo esto y nada más
mientras la vida se desmaya en un río
que nunca encuentra el maldito mar
en donde las olas recomienzan y son épicas
y entonces
suspiras
aspiras el aire
de los tubos de escape,
miras el cielo nublado
los edificios
la luna sucia que alumbra tus uñas
y te dices que bueno,
que de momento aquí estás
dándole de comer al hambriento
y que quizás así te deje un rato a un lado
y puedas conservar esa mueca de gente corriente
y conversar con los demás sobre naderías como
vivir y morir y esas cosas que, al fin,
tejen los días en los que, de vez en cuando,
-y demasiado a menudo-
hay que dar de comer
al caníbal.

jueves, 18 de febrero de 2016

Murmullos de las horas muertas

Soy eso que pasa mientras agonizas
Soy la gacela extraña de las horas que se doblan
pensando en cómo, en este pliegue del tiempo,
me convierto en el junco que se inclina
mientras las lombrices de arena trazan
una mortal explosión de instantes
-como este-
robados a las mazmorras del Tiempo.

Vivimos el amor a primera vista
de Podredumbre
Somos larvas que deambulan errantes por los túneles
de eso que llamamos
yo

nosotros.

Nosotros,
Futuros Muertos,
muertos presentes,
anhelos de vidas mejorables.
Nosotros,
aquellos que bebemos
la hiel de las lunas
que nadan contracorriente.
Somos aquellos que se retuercen en los interrogantes
pero que,
por algún extraño milagro,
siguen de pie
en vez de reptar
tras la deflagración de la vida corriente
que, como todo el mundo sabe,
va a dar al mar,
que es el vivir.

domingo, 14 de febrero de 2016

No tenemos memoria

Somos memoria.
Somos recuerdos de lo poco que pesa nuestro paso a ras de suelo,
del peso de las culpas antiguas,
del horror de las acusaciones,
del lastre de la llave de los días.

Somos las sombras que estamos aquí.
Estoy aquí, escapando del Mundo,
y por tanto
adentrándome en él.
Es el momento de todas las llagas y profundidades,
de todos los abismos,
de saludar a los ancestros,
de beber el agua del olvido,
de escupir los caminos que llevan a los centros
y lanzarlos al aire de la vida.

Ya no quiero ser esa que se mueve entre las sierpes de la angustia
subterránea.
Quiero ser un punto de luz
en el que no se agolpen
los sueños incumplidos,
en el que naveguen las almas gemelas que quieran nacer
a cada paso,
a cada último y primer
                      suspiro.

miércoles, 6 de enero de 2016

Carpe canem

Las horas son un perro ladrando a la luna
en la esperanza de roer el hueso de los días.

Y como no siempre espero
conocer otra vez la gloria varada de las horas positivas,
porque estas alas de Ícara insulsa se han convertido ya
en aspas que baten el aire de molinos
tenues y secos
como la voluntad de aprender a que nada nos importe,
y como estoy aquí desmembrando
el tuétano alevoso que me promete futuros mejores,
ofrezco mis palabras al olvido.

Y es ahora, en el alumbrar de la desesperanza,
cuando vuelvo a mí:
en este canal de desperdicios sin sustancia
que son los propósitos incumplidos,
en esta tierra de la desmemoria,
en este anegarse los sueños,
en este luchar de los dueños
del Fracaso.
                     Todo fluye, nada permanece.
                     Incluso este preciso instante
                     de las cloacas del tiempo.

Los huesos cantan al día,
entrechocan procaces sus médulas alabantes.
La Magia se ha hecho cuerpo y escamas
y estamos
felices de habernos encontrado.
Esta es la tierra que os repartiréis, se dicen
mientras observan el hueco futuro en el que tú serás olvidado.
Hasta entonces,
disfrutemos del aliento
compartido,
de nuestras bocas
clamando en el silencio
de las horas afortunadas.