miércoles, 19 de agosto de 2009

Crónicas del Nuevo Mundo (reloaded)

Es cierto que no venimos a esta vida (esta vida es aquí,
ahora)
con un manual de instrucciones.
A lo sumo se nos suministra un Manual de destrucciones
para ir tirando hacia el final del cuento que somos desde que nacemos.

Sería necesario un manual de instrucciones.

Leeríamos, entonces,
-si alguien lo suficientemente sabio y vivo lo escribiera-
que ser feliz es y no es
ser
feliz.

Que ser (feliz)
es más ser que tener
más
estar pendiente de uno y de los demás
que (de otra manera)
andar por ahí.
Ser, y no
ir siendo
traducidos.
Traducirnos, esto es
atravesarnos conduciéndonos a través
de nosotros mismos
y ser en el fondo
pero muy en el fondo,
es decir:
pro
funda
mente
Ser feliz
es ser
hasta la más abyecta y absurda
emoción.

Porque El Proyecto
somos nosotros: tú, yo.
Porque la vida es ser. No ir siendo.
¿Poesía? No. Proyecto.
Proyecto eres tú.
Y nosotros somos El Proyecto.
Ser. Nada más. Con eso basta. Qué alegría tan alta, queridos pájaros agoreros,
vivir en los pronombres.

viernes, 14 de agosto de 2009

Despotricando

Me temo que tengo poca paciencia,
y en algún sitio
quedan los restos de mis cenizas de este día.

Es tan fácil como que me estaba ahogando y me he pasado por aquí.

No me digas que nunca te ha pasado eso
de que el mundo aprieta pero no ahoga

o quizás
era ese dios del que todos se andan burlando
y al que todos imploran cuando las cosas van mal.

No sé.

A estas alturas siempre recorro con los ojos de mis dedos el calor de mis libros
y la música siempre es un refugio
y el olvido del pasado pasado

y la mirada de unos ojos brillantes que saltan al rescate

para recordarte algo tan evidente
como que
mañana será otro día.

Desde luego, es cierto que no me arrepiento
de ser alguien
que sonríe
y se ríe de sus miedos
porque en un día
prometí ver la alegría
prometí vivir cien años.


Y es por eso que estoy aquí, escribiéndome, arándome

renaciendo
de mis cenizas
arañando la tierra que otros desprecian pero que para mí
es algo
tan claro como que
los días no nos vienen hechos por encargo
que los instantes
no pueden llevar doble capa de queso

aunque
quizá sí
doble de besos.

sábado, 8 de agosto de 2009

Lo bueno del mundo

Lo bueno del mundo es que puedes pararlo cuando quieras.
Lo bueno del mundo es
que puedes tirar de él
como si de un hilo se tratara
lo bueno
bueno del mundo es que venimos a él sin pedirlo
y en él nos quedamos.
Es posible aprender a parar incluso corriendo.
El mundo no para en verdad, perdón
por mis mentiras, pero es verdad:
lo bueno del mundo existe incluso cuando el mundo es malo
y siempre lo es, me temo, porque
a veces el cocodrilo mundial abre sus fauces y
la muchedumbre te mira con su único ojo ciego (ésta es una frase que voy que tener que ir aprendiendo
a olvidar) y entonces
lagriletreando espasmodicándose,
quiero decir: viviendo,
el mundo es mundo, o sea,
un este laberinto en el que todos nos perdemos y a veces
nos encontramos
porque lo bueno del mundo es que en el mundo estás tú
lo bueno del mundo es que puede ser escrito y reinventado
y lo malo es que alguna vez hay que irse
por exigencias del guión.

Por eso, porque el mundo es bueno
(porque no hay otro, aunque no quisiera ser amarga un viernes por la mañana, no hay que ser amarga el día en que Robinson encontró a su único amigo en la isla)
vale la pena recordar
escribir
respirar
toser
gritar
lo bueno del mundo.

martes, 4 de agosto de 2009

Yo, cyborg

  1. Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
Hace tiempo que estudiamos las Leyes que hace tiempo iniciaron nuestros mayores. Hace tiempo que hace tiempo.

Atados a nuestros teclados, parpadeantes seres que estupefactan la ficción de eso que se llama vida, languideciendo ante las promesas de relaciones no personales que se han desdibujado en redes o se han multiplicado hasta ser seres incapaces de tanta capacidad almacenada en nuestros terminales.

Con un abrir y cerrar de ojos se encienden nuestras pantallas.
Con un abrir y cerrar de ojos el sistema operativo nos comunica que seguimos vivos.
Un marcapasos define el ritmo de nuestros antiguos corazones.
Múltiples válvulas regulan las presiones de nuestros sistemas límbicos.
Nuestras neuronas apenas recuerdan tener genes de rata.

No obstante...
Seguimos preguntándonos qué hacemos, quiénes somos, a qué
hemos venido.
No somos robots. No tenemos leyes robóticas que respetar. Somos los grandes híbridos de nuestra revolución digital.

Y abro y cierro los ojos: 2001, 2009. No ya Odisea en el espacio, sino en la Tierra. Esta Tierra que se nos hace pequeña y en la que tenemos, por fuerza, que inaugurar un Nuevo Mundo. Empezando por nosotros. Por ti. Por mí. Cierro los ojos. Los abro. Algo parecido a una lágrima me hace feliz: cualquier sorpresa sigue siendo adictiva. Sueño, veo, hago. Y quizás en eso se resume el ser humanos.