domingo, 26 de octubre de 2008

Eternidad, Voces

Abro los ojos. Vacío. Nada a mi alrededor. Blanco. Blanco. Yacente en la tierra desaparecida, mirando a un cielo sin respuestas. Me cubren apenas unos granos de arena, unas cuantas hojas. Un vestido blanco. Oigo una voz, que vibra desde el mínimo tapiz verde que me abraza, desde la arena, desde la tela-aurora, que alienta palabras como soplos:
Sólo tenemos derecho a existir si nos importa.
A la primera, le siguen otras voces. Decantan sonidos en mis oídos como un bálsamo y me hablan de la inevitabilidad de los mundos posibles, de que no hay más mundo que el Nuevo, ni más Tiempo que el que se inaugura a cada Instante.

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