domingo, 24 de mayo de 2009

Una taza de té

A veces, la invitación a la lentitud que nos regala la vida de fuera para que seamos conscientes de que por dentro corren diarios secretos que no explican las palabras expuestas pero que de alguna manera la nutren. Somos, inevitablemente, seres en tránsito.
Una lectura pesimista, con gusto por el sufrimiento, lo patológico, el pathos, diría que somos seres en tránsito hacia la muerte. Craso error. Ser es ser, no pensar en que vamos muriendo. No hay que preguntarse los sentidos ni las direcciones. Basta el viaje y no traicionar a ese uno mismo que viaja con nosotros. Me limito un poco. Siempre es fácil pontificar, y más desde aquí, habiendo eliminado todo tipo de comentarios posibles, con la impunidad que me da ser un ser de palabras. Siempre es fácil escribir cosas fáciles y trascendentes que nos dejen tranquilos con una más que dudosa posteridad que no anhelo en absoluto.
Una lectura optimista apenas es fiable: ¿cómo consolar a quien sufre, empezando por nosotros mismos? Miles de apóstoles han fracasado en ello. Ser humano a veces consiste en sufrir para darse cuenta de que se está vivo. Mala solución, un tanto suicida, pero viable.
Hay tantas vidas posibles como personas. Como animales. Como plantas. Como células eucariotas. No tenemos derecho a creer en absolutos, aunque los busquemos desde hace siglos.
Ni optimistas ni pesimistas, pues. Y de nuevo me veo en la tentación de creerme sacerdotisa del sentido del sinsentido. Pido perdón ya. Hago mías las faltas. No soy mártir. Sólo soy humana. Como todos. Como tú, que estás leyendo ahora.
Perdón por las palabras de más. Perdón por las de menos. Es siempre un peligro, esto de ser un ser fronterizo como somos todos. Y vivir para contarlo.
No soy, al fin y al cabo, más que una humilde habitante de una tremenda urbe llamada Tierra.
Apenas tengo las palabras. Apenas las ideas. Pero sigo de pie. Como dirían diferentes pájaros sabios en conversación con el pájaro Tic-tac, sorbiendo tranquilamente una taza de té:
Vivir, oh absoluto presente
Y lo demás... la sombra
la perfección de lo imperfecto
el elogio de lo impredecible y la capacidad mamífera de adaptación
la lentitud necesaria para esperar que el agua hierva, atraviese las hojas que antes habitaban árboles.
Todo para
llegar a la pausada sabiduría del primer sorbo
y del regusto de ojos cerrados que esperan las papilas.

No hay comentarios: