Largos o cortos, densos, fluidos, escamosos, propensos a la náusea o al aroma de las flores, días vividos en ayer o en mañana que siempre se llaman hoy. Agujeros de gusano a través de los que podemos encontrar gente o desiertos, rocas de sísifos, despeñaderos, lunas cambiantes, hilos tendidos en el tejido del tiempo, semilleros de olvido y obsesiones... Qué estúpidamente fácil es no acordarse de que los días felices son aquellos que no necesitan ser pensados.
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