miércoles, 3 de septiembre de 2008

Kairós

Cada día, a contracorriente, salgo a jugarme la suerte que me toca. Suele ser fatigoso salirse de lo cotidiano para enfrentarse a la cara oculta de lo cotidiano, a la mueca de la sonrisa como telón de un fondo que no existe, a las horas que retuercen la respiración y la confinan al último rincón de los pulmones. No es fácil, pero es oportuno. Cómo si no iba a nacer cada día, cómo si no explicarme la tenue calidez de las coincidencias de mundos que chocan como galaxias. Kairós. El momento es oportuno. El momento es oportuno. Por eso me gusta besarle el cuello al instante que me abraza favorable, recorrer su espalda de segundos, amasar su pelo lleno de sorpresas ocultas entre guedejas de susurros. Algo pasa, algo va a pasar, algo está pasando: me redescubro.

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