que no soy poeta.
Dicen (donde el horizonte se pierde en la montaña tras el anhelo de los árboles perdidos)
que solo soy una sombra que no llega a ninguna
parte
a máxima
velocidad.
Cabalgas a lomos de las horas secas.
Saltas de tu centímetro cuadrado de tristeza
Saltas desde tu añil crepuscular
Saltas
y pretendes decir cosas hermosas:
aquellas que refulgen tras la tempestad de lodo.
Buscas ese momento
que justifique una vida
y a veces no eres más
que el alma asmática
de una eterna desterrada
y dicen
que no eres poeta
y tú sigues aquí,
enarbolando una suave
sonrisa idiota
mientras los males del
Mundo te dejan la
pequeña superficie vital
hecha jirones.
Replicas un momento:
en tu pequeño cuadrado de
normalidad
-aquella que entiende de tostadas y tortillas-
pones en la nevera una ligera
limonada
de versos,
esas palabras que no
llegan
llagan
al final de la línea
el final de tu aliento.
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