lunes, 8 de diciembre de 2008

Salto

Las colinas se visten
como los poetas
como los pájaros
como los árboles
de pensamientos púrpuras y clamores
de días dorados
de almas que descienden en la brutal
oscuridad
del silencio.
Pero mi impulso es mayor:
garras afil-
(h)adas o
zapatillas
de
punta,
mi propia fuerza me asciende aunque sea
martirizando el suelo
por un momento.
Miles de voces me atronan los oídos.
Manos asesinas
arrancan las rosas
del camino
pero
las rosas son
las rosas son
son
puras espinas para las
manos asesinas.
Caigo, pero hacia arriba.
Indómita voluntad de ser.
Ser, a pesar de todo.
La vida se abre paso entre los picos
de los cuervos
de la duda
y es
que por fin
o de nuevo
SOY
aunque a veces no me dé cuenta de ello aunque a veces no sepa dar cuenta de ello aunque
y lo único que sé
AHORA
es que nunca estás demasiado abajo
nunca es tarde
nunca hay demasiado abismo
(todo abismo es insondable, y entonces para qué medirlo)
como para que
CUALQUIERA
(tú, o yo, o él, o ella, o ello, o todo en este vasto y siempre Nuevo Universo)
pueda quejarse de que es imposible
ascender
cuando está tan claro
que vida sólo hay una
y hay tantas posibles
realidades
como días quieras vivir
como es cierto que
el río es mil aguas
y el mundo
mil mundos.
Mil veces multiplicada
a cada instante
la vida es la vida es la vida es
PURO SALTO
VOLUNTAD VIVA
SALVAJE OPTIMISMO
(aunque creas que un cuervo te retuerce por dentro la duda dura oscuridad).
Hacia arriba, aunque caigas.
Hacia arriba, aunque caiga.
Aunque llore y me interrogue
a la puerta del útero bañada en el féretro de mi sangre
aunque
crea que no hay nada más allá.
Siempre salto
reinvento
el siguiente instante
siempre hay que ser
un ser nuevo
a veces irreconocible
con ese regusto familiar de los viejos daños.
Porque si no hay nada más allá no hay nada más
de qué preocuparse
Porque mis ojos de bajo rendimiento ven
el suelo los
árboles las
montañas el
cielo el
sol las
nubes el
uni- uno
(y) (d)
verso.

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