martes, 23 de octubre de 2018

Arcoíris

Te asomas al abismo con los ojos encendidos
El invierno te sorprende con todas sus vaguedades:
eres tú, la que corría tras los días esperando cazarlos,
siempre un poco por detrás o por delante,
pero nunca de frente. Nunca al lado.

Te sorprendes hoy con los pies cansados
y ese dolor que te recuerda que naciste con el estigma de lo humano.
No naces para descubrir el límite, sino para arañar horizontes.

Por eso estás aquí, jugando a la pata coja con los días saltimbanquis que se te escapan entre las manos.
No tienes miedo.
Sabes salir a nado.
O volando por encima del alero de las horas.

En cualquier caso, eres esa persona que ha aprendido a habitar el instante que vive:
no uno antes,
no uno después.

Eres esa mirada de colores de arcoíris que traza puentes entre todo y nada,
eterna equilibrista de los abismos de dientes que amenazan con morderte
rebanarte un dedo
salpicarte con la sonrisa sarcástica de quien se cree que está de vuelta
o perdido
o ganado para el rebaño de los que graznan días felices en horas ardientes de miradas ajenas.

Da igual. Sabes que cuando te asomas al vértice de tu muerte solo estás tú
y tu voluntad de saltar
y seguir
remando entre pestañas de días navegables
cruzando los dedos en las horas que se clavan
y te recuerdan
a qué has venido a la vida
cuando alguna mano apague
la luz
del escenario.

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