jueves, 1 de febrero de 2018

Pelos y patas

Mi corazón es un hámster que da vueltas en la Rueda de la Vida:
tiene patitas pequeñas,
uñitas desnudas que se aferran a los barrotes y a la vez despegan con fuerza del suelo lleno de astillas
y pajas
y trozos de zanahoria
bolitas de pienso
bolitas de escoria.

Mi corazón tiene un lomo gris con una raya blanca que recorre los días
y a veces muerde con esos dientecillos afilados que le dieron sus padres,
los reyes de las ratas.

A veces tiembla y pone ojillos de azufre
y se defiende en una ira agusanada que apenas
es más que el fuego en el carbón
y se abrasa en dudas
y se abraza a las preguntas desnudas.

Otras veces es tierno y le muerden la yugular
-siempre hay ratas grandes que pisotean a las pequeñas y,
como digo,
mi corazón es un hámster de lomo gris y raya blanca-,
pero siempre resurge de sus idas y venidas histéricas por los huecos de la nada
siempre navega sobre las olas de la indiferencia
la crueldad
el abismo de los cerebros avinagrados en formol.

A menudo, corre rápidamente a esconderse entre briznas de palabras.
No espera nada, solo corre y corre
y da vueltas y vueltas
porque, ya sabemos,
la vida es eso que palpita
entre pelos y patas.

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