jueves, 29 de junio de 2017

Día ineficiente

A veces se dobla el día como las esquinas:
te espera ahí, con las uñas escondidas,
esperando a que te descuides y pierdas
tus segundos
tus pequeños milímetros de alma a solas.

El mundo está hecho
de pequeños instantes en los que
-dicen-
debes dar algo a cambio
por ocupar un centímetro de vida.
Pero a veces sucede que te cansas
porque eso es ser humana:
no rendir al doscientos por cien en un micromilímetro por segundo.
Así que a veces te duermes por los aleros de tu vida
se te congela el afán de murciélago que vuela de noche a pesar de todos los días
y te expandes en ese espacio en el que eres tú sin atributos
sin horas
sin prisas
sin apenas movimiento.
Descansas. Respiras.
Decides no matar
al duende de las horas
y pones un día ineficiente en el camino:
un día en el que pierdes
algo de recorrido
para recuperar el aliento del tiempo
y el afán de volar
más allá del vuelo rasante
más allá de las esquinas
que se doblan
y te asaltan
para que puedas parar
a recoger los pequeños pedazos
de tu alma compartida.

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