jueves, 25 de diciembre de 2014

Y la Navidad

Llega de nuevo un día como este y recuerdas otros años
en los que quisiste salvar el mundo.
El mundo, claro, nunca se deja.
Porque está ahí para recordarte que se sume en el regazo de las ideas vacías
y llenas de turrones y envidias
llenas de pegajosos
polvorones de angustia
Porque está ahí para recordar que al ego le falta una ele para recordar lo que es en verdad.
Y agradeces la tregua que el mundo te da
porque te mira y se apiada de tu épica de ir por casa,
esa épica en zapatillas que es capaz de hacer una sopa de emociones
pero no de calmar el hambre de los niños que rebuscan
en los contenedores del tiempo.

Llegará un día en que mis ojos se cierren, pero no mi alma
Llegará un día en que sea impotente para levantar mis manos, pero no mis ojos
Llegará un día en que yo desaparezca.
Sí, es una mala noticia: moriré algún día. Como tú, siento decirlo.
Pero mientras tenga un último aliento esperaré ser capaz de levantar el vuelo y darte la mano
Mientras pueda, daré mi energía para cultivar el optimismo de los labios agrietados.

Pongamos una estrella en la cima de los días
Envolvamos con el aliento animal que aún nos queda
al recién nacido que es cada vida,
el pequeño tiempo que nos es concedido.

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