martes, 19 de agosto de 2014

Rumores lejanos

Ves al mundo navegando
entre necrofilias marítimas
porque todo horizonte, cuando es de los otros,
es un cadáver exquisito
formado por los deseos de muchos
y los días de pocos.

Miras por el ojo de la cerradura del abismo
y piensas:
"algún día volveré a mí".
Pero sabes que la tú de ayer no existe,
que nunca existió ese páramo en el que pretendías vivir para siempre.

Observas el tránsito inclemente de los días
despeñándose por el calendario de lo inevitable:
pronto las horas, pronto las madrugadas, pronto el ansia por robar tiempo al tiempo.

Y, sin embargo...
Desde lejos adivino el rastro de tus ojos,
el fulgor de tu mirada que sabe de nuevos mundos refundados,
entiendo
-una vez más-
que la impaciencia no es más que la muerte anunciada
de todas las preguntas.
Y sé que estamos aquí para siempre,
sé que la ola en la que navegan los demás es la calma de mi orilla,
que el mar no está hecho para paseantes,
sino para los héroes de a diario,
aquellos que se suben a la cima de las preguntas sin respuesta,
respiran hondo
y se acercan un poco más al abrazo de las sombras,
pues saben
-como tú sabes-
que la luz no es más que una falacia nacida de la oscuridad
y que aquello que oyes a lo lejos
no es más que el rumor de tu vida presente,
en la que remas
-siempre saltando las olas que a veces te estrellan contra la arena-
a contradías, contracorriente.

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