A
veces,
hay
que dar de comer a la bestia.
Si
no le das su buena ración de poemas
o
una brusca ensalada narrativa,
existe
el peligro de que,
vía
acidez existencial,
recuerdes
demasiado los amores truncos,
los
juncos de ardor que te placaban
con
insuperables flemas de críticas tóxicas
y
te envenenaban las entrañas
llamadas
por las batas blancas colon irritable.
Y
es así como
según
decía el sabio en algún perdido haikú
Primavera
rota que
las
cerezas ya
lanza
hacia el orto
O
algo así.
2 comentarios:
Pues sii... es una parte mas de nosotros... Y que riico cuando le das de coomer!!
Cierto, Montse :)
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