martes, 25 de mayo de 2010

Des-ideando

Nada que ver con la desidia, en principio. Creo. Aunque debe de ser su pariente cercana: la des-idea. Ese proceso de limpieza mediante el cual te deshaces de tus propias ideas, de sus lomos rasgados y sus viejos vicios, de la sensación de pellizco (qué envidia de tus cosquillas de cuento, Cortázar), del nudo en algún lugar alrededor de la garganta y te dedicas a leer a los demás por espacios siderales de tiempo.

Decides, a veces, que no es imprescindible escribir. Y en el minuto que le da la mano a éste ya estás, automáticamente, escribiendo.

De todas formas, la vida es un baile lleno de abrazacaras que pugnan por invadirte y criar un alien dentro. Aunque me emociona especialmente el Newborn, ese encantador monstruito de enormes proporciones que te mira un instante con ternura y al instante siguiente, sin darte la mano por la cortesía de haberte conocido (debiera decir "re-conocido"), te arranca la cabeza y te deja sin una de tus (creías tú) brillantes ideas.

En el mundo de la hiperinformación, reivindico por un momento la des-información: no para ser más estúpidos, sino para aspirar a ser lúcidos. Tiene que haber espacio para que las ideas bailen de mano de los sentimientos, para que la mediocridad momentánea sea la genialidad del mañana, ya presente en el yermo.

Visitando casas ajenas (de papel, de pantallas, de música) me regenero, me nutro: me des-ideo. No conozco mejor forma de ir creciendo, decantando el abismo a veces abisal que me habita cuando vago, perdida y lúcida, con el peso del mundo sobre el caballo del tiempo.

2 comentarios:

KALIMA dijo...

Des-ideas,
Des-repensarnos
Des-análisis
Des-amar
Des-vivir

Para luego regresar con más ideas, más pensamientos, más ¿amor? ¡Más vida sin duda!

Me remito a Einstein y su teoría de la crisis para estar convencidos que todos los des- solo sirven para crecer más.

Celebremos tener la oportunidad de hacerlo!

Te aprecia,

Àngels

Rosario Curiel dijo...

Des-nacer para des-hacer.
Id (d)es(t).

Celebremos.

Gracias por aparecer por aquí, Àngels.

El aprecio es recíproco.