sábado, 8 de agosto de 2009

Lo bueno del mundo

Lo bueno del mundo es que puedes pararlo cuando quieras.
Lo bueno del mundo es
que puedes tirar de él
como si de un hilo se tratara
lo bueno
bueno del mundo es que venimos a él sin pedirlo
y en él nos quedamos.
Es posible aprender a parar incluso corriendo.
El mundo no para en verdad, perdón
por mis mentiras, pero es verdad:
lo bueno del mundo existe incluso cuando el mundo es malo
y siempre lo es, me temo, porque
a veces el cocodrilo mundial abre sus fauces y
la muchedumbre te mira con su único ojo ciego (ésta es una frase que voy que tener que ir aprendiendo
a olvidar) y entonces
lagriletreando espasmodicándose,
quiero decir: viviendo,
el mundo es mundo, o sea,
un este laberinto en el que todos nos perdemos y a veces
nos encontramos
porque lo bueno del mundo es que en el mundo estás tú
lo bueno del mundo es que puede ser escrito y reinventado
y lo malo es que alguna vez hay que irse
por exigencias del guión.

Por eso, porque el mundo es bueno
(porque no hay otro, aunque no quisiera ser amarga un viernes por la mañana, no hay que ser amarga el día en que Robinson encontró a su único amigo en la isla)
vale la pena recordar
escribir
respirar
toser
gritar
lo bueno del mundo.

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