sábado, 15 de noviembre de 2008

Mutaciones

Abandono un mundo, ya piel vieja. No sé si mariposa o gusano, pero de repente soy otra. Salgo, sobrenado, olfateo, mis ojos aún no se acostumbran demasiado a la luz. He vivido unas vidas, vidas de otros: las he convertido en letras. El cansancio es sólo equiparable al entusiasmo por emprender nuevas rutas, nuevas formas. Voy de nuevo a zambullirme en Nuevos Mundos, aún larva, aún renacuajo. Mundos que se renuevan con la impertinencia de un bello, gracioso, extraño bucle. Con la emoción alta de los nuevos momentos, de la vida recién estrenada a cada palabra, palabra en blanco, receptora de sentido, emborronada, escrita con pulcritud, rota o abandonada. Cada letra, cada sonido retumbándome por dentro, urden esta fantástica sinfonía: la escritura. La que me salva de la vida, la que me arroja a la vida, a los brazos de un Mundo que, gracias a las mutaciones de este extraño animal que me habita (híbrido entre humano y mano que escribe, acaso catoblepas), siempre es mejor que los anteriores mundos vividos.

No hay comentarios: