Y cayeron las gotas de lluvia con la acidez de lágrimas antiguas, con la violencia de los mundos que terminan.
Y fui tierra
y fui sal
y fui ojos
y fui aire
y fui nada.
Fundiéndome con el barro, volviéndose podredumbre mi carne,
huesos,
cenizas,
viento aleteado por mariposas negras, ajenas
a la inocencia
de nuevos
paisajes.
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