viernes, 10 de octubre de 2008

Sinfonía del Nuevo Mundo

Un bosque de arcos sin flechas. Miles de pulmones expirando melodías. Cuernos de caza que persiguen piezas imaginarias. Golpes en el centro de la membrana sensible que de repente soy. Alguien dirigiendo pálpitos. Una formación compacta, como un solo hombre, avanzando, avanzando, crescendo. Parecería el fragor de una nueva batalla, pero no. Es el aire, es la brisa, es el hálito fresco del bosque de árboles, lleno de impulsos de amaneceres. El bosque de árboles reconvertidos en instrumentos. El que llama a la batalla de la vida sin una lógica del combate. Es el corazón mismo de la vida, de las lanzas del espíritu. El bálsamo de los días que sólo pasan día a día. Imposible avanzar el reloj. Los pájaros ahora no dan cuerda: cantan. Es un nuevo camino, la nueva vía. Que se dibuja nota a nota, verso a verso, viento a viento, arco a arco tendido a lo largo de la flecha del tiempo. El combate aquí es duro, pero no escatima visiones de mañanas posibles. Es el Nuevo Mundo de Nuevo. Visto a vista de pájaro. El fuego de la alegría recién descubierta. Aunque se tambalee la tierra bajo mis pies por el peso de los volcanes que nacen ante las nubes. Aunque todo principio haga temer un fin. No hay temor. No hay temor. Sólo música. Sólo palabras en el momento justo anterior al momento de ser formuladas. El silencio previo a la palabra atravesado por impulsos ascendentes, por calmas súbitas, por caricias en el oído, por ataques repentinos de fuerza, de ganas de vivir subiendo vías inexploradas que se inauguran en el momento de sólo imaginarlas.

No hay comentarios: