domingo, 5 de octubre de 2008

Resistencia

Pero todo reposo se paga con un ataque por sorpresa. La lógica del combate es dura. Despojarse de las armas y armadura, de la mente en tensión, es causa suficiente para que el enemigo avance. Me retuerce breve y a la vez largamente. Las heridas esta vez son profundas. Era fácil llegar hasta mí en este momento, a interior descubierto. Respiro un instante. Alargo una mano. Está tan lejos, en el extremo de mis ramas... Mis raíces se desprenden y el vacío abre una enorme boca bajo mis antiguos pies. El bosque es lo único que permanece, vuelto de repente susurros y brisas que lavan mi corteza sangrante. Encuentro, casi a ciegas, algo de musgo en un árbol cercano, un árbol de hojas oscuras, rezumante de resina y nidos de pájaros. Me ofrece, silente, el tapiz verde con el que, haciendo un esfuerzo enorme que me parece durar eones, enmusgo mi cara, ahora de nuevo humana, nostálgica de aromas. Es un perfecto camuflaje. Mis pinturas de guerra. Mi avance. La lucha es inevitable.

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