lunes, 22 de septiembre de 2008

A ciegas

En el primer momento, y a pesar del impulso, toco el suelo con los pies: el vuelo ha sido corto, el terreno es firme, pero vacilo. A mi alrededor todo es oscuridad, anhelo de luz. Los arroyos de sangre navegable, el río de la vida, el sentido de lo vertical, despiertan mi confusión, mi vértigo, mi temor a lo nuevo, lo inexplorado. Cierro los ojos y la oscuridad se acentúa. Levemente, como de lejos, me aferro a los recuerdos, a la historia que pesa y afinca sus pilares en el suelo, que asciende a pesar de todo. Soy un pasaje de mí misma, un trayecto entre itinerarios paralelos. Y un rumor de aguas.

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