domingo, 24 de agosto de 2008

A lo lejos

El vapor de nuestras necesidades insatisfechas... el veneno del insomnio... los besos sin futuro... A veces, en nuestros paseos, escucho una tempestad que viene como de lejos. Entonces e.e. calla, está como ausente, pero yo sé que un incendio trepana sus oídos. Me gustaría, en situaciones como ésta, decirle que a veces lo miro a través del crepitar dorado de sus ojos, que aunque nuestro camino esté en el eterno jardín de los senderos que se bifurcan hemos vivido ya mil vidas juntos, que sus dedos son mis amigos, almenas de un castillo de misterios para otros que para nosotros son conocidos, que aquí empieza nuestro particular camino. El mundo de fuera querría entrar al asalto en nuestro mundo de eternos pasadizos, pero la biblioteca es tan grande, tan grande, tan infinita la paz de nuestros campos, que cuando los cuervos se aproximan a ver qué pueden rastrillar de nuestros sueños se pierden por las galerías impredecibles y encuentran apenas unas migajas de nuestras conversaciones. Y ya no es preciso apenas formular palabras, porque nuestras almas cantan a lo lejos.

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